Para enfrentar el cambio climático hay que cambiar el modelo económico
27/12/2010
- Opinión
Intervención del senador Jorge Enrique Robledo al instalar como citante la Audiencia Pública sobre Cambio Climático, Salón Boyacá del Capitolio Nacional, 6 de diciembre de 2010.
Parece haber consenso en que el fenómeno existe. Se vería amenazada la propia presencia de la especie sobre el globo terrestre. No es un problema en últimas del desarrollo de las fuerzas productivas, sino del modelo económico. Hay que rendir homenaje a las personas que han hecho de la defensa del medio ambiente la causa de su vida. Destacado el papel que está cumpliendo el presidente Evo Morales. Cero ilusiones frente a Santos.
En primer término, darles un saludo muy especial a todos quienes nos acompañan hoy aquí en este evento. A los colombianos que no hoy, sino otro día nos van a escuchar o nos van a ver por la televisión, también mis saludos muy cordiales. Igualmente a los distinguidos miembros del cuerpo diplomático acreditado en Bogotá. Les pido excusas por empezar un poco tarde, pero hoy por primera vez en ocho años se citó en lunes a la Comisión Quinta del Senado, a la que yo pertenezco, y la sesión apenas terminó hace un minuto. Eso no estaba en mis cuentas y son deberes básicos que uno tiene que cumplir. Les ruego entonces que me excusen porque me resultaba ineludible estar allí.
Entrando en materia, voy a hacer una presentación muy breve. Nos convoca hoy discutir el tema del cambio climático, particularmente el del calentamiento global. Lo estoy promoviendo aquí en el Congreso como parte de un trabajo que debemos hacer los congresistas, que es, además de aprobar leyes o hacer debates de control político, propiciar que estas instalaciones y nuestras actividades sirvan para promover debates de importancia nacional o internacional. Entonces, por iniciativa de Rafael Colmenares y de otras personas muy vinculadas a estos asuntos del medio ambiente, cumplo un poco con hacer de anfitrión, digamos, para que los verdaderos especialistas se dirijan a los colombianos para poner sobre el tapete un asunto de enorme gravedad. Quiero hacer antes un par de reflexiones que puedan contribuir de alguna manera al tema que nos ocupa.
En esto del calentamiento global o del cambio climático, discutido durante tanto tiempo, parece que ya hubiera una coincidencia en el mundo de la ciencia y la academia en el sentido de que, efectivamente, el hecho existe. Son muchos los hechos incontrovertibles que indican que allí hay un fenómeno que está caminando y que tiene como una de sus causas fundamentales la actividad de los seres humanos actuando sobre la naturaleza, la actividad de la especie desde hace mucho tiempo y particularmente en los últimos doscientos años, desde el inicio de la Revolución Industrial y la llegada del mundo a la economía capitalista.
Todo ha ido generando gases de efecto invernadero que están en la base del problema y ocasionando daños ambientales supremamente grandes. Hoy, cosa que no me alegra, este foro sucede en unos días en que el invierno nos está llamando la atención a los colombianos sobre la gravedad de lo que estamos hablando. Este invierno que se está padeciendo, aun cuando suene paradójico, hace parte del fenómeno del calentamiento global. En unos sitios grandes inviernos, en otros grandes sequías. Nos tocó en suerte el invierno, pero a quienes nos escuchen, y que no sean especialistas, les pongo de relieve que fenómenos tan terriblemente dañinos como este tienen que ver con el tema que nos ocupa. Lo digo como una especie de evidencia de que no son simples especulaciones, sino realidades.
Las amenazas son inmensas. Está el problema de las sequías, con incendios forestales muy difíciles de controlar, y el de los inviernos, con inundaciones muy fuertes, pérdidas de vidas y daños en las cosechas que amenazan la propia seguridad alimentaria global. Y hay cada vez mayores huracanes. Me limito a señalar hechos que están sucediendo y que van a agravarse en la medida en que este problema no pueda controlarse. Son muy grandes los riesgos de aumentos en el nivel del mar que inundarán áreas urbanas densamente pobladas y pueden producir catástrofes supremamente complicadas. Hay deforestación en los bosques y en las selvas. Aparecen nuevas plagas hoy apenas localizadas en ciertos nichos ecológicos, pero que pueden cambiar y avasallar otras áreas de la geografía y causar nuevos daños. Estamos hablando de un tema del que no quiero entrar en detalle, pues en el desarrollo del evento los especialistas dirán más cosas. Pero insisto en que son hechos de extrema gravedad y quienes nos escuchan tendrán que entender que estamos hablando de un problema supremamente complicado que amenaza en materia muy grave la propia presencia de la especie sobre el globo terrestre.
Lo otro que uno podría señalar es que este es un fenómeno de los últimos años, decía yo a partir de los últimos años, que desatan unas fuerzas productivas descomunales. El desarrollo científico y tecnológico de los dos últimos siglos le ha permitido a los seres humanos manejar una fuerza productiva descomunal, capaz de afectaciones al medio ambiente y a la naturaleza que antes no podíamos ni siquiera imaginarnos. Para dar un ejemplo a la mano, uno ve estos proyectos de la minería a cielo abierto y queda como anonadado de ver el poder de la tecnología que allí se está desarrollo en lo que tiene que ver con tecnologías y maquinarias. Y así muchos ejemplos que afectan el medio ambiente, por ejemplo, los procesos de deforestación, la cantidad de selvas y bosques derribados en los últimos años, unas cantidades capaces de afectar el clima sobre todo el globo terrestre.
En la base de todo está el desarrollo científico y tecnológico. Es de la naturaleza de los seres humanos hacer esfuerzos por transformar la naturaleza en beneficio de la Humanidad, se supone, utilizando instrumentos y herramientas. Pero siendo esto cierto, también lo es que en últimas no es en sí mismo un problema del desarrollo de las fuerzas productivas y de la ciencia y la tecnología, sino de un determinado uso que se les ha dado. Porque los instrumentos, muy en términos generales, aun cuando puede haber casos particulares más discutibles, actúan según el uso que los seres humanos les damos. Y afortunadamente, digamos, puede uno decir también que enfrentar el calentamiento global de la mejor manera es un reto que nos podemos en parte plantear porque ya tenemos conocimientos científicos y tecnológicos que nos permiten abordarlo. En las propias causas puede encontrarse parte de la solución.
El problema es el modelo económico
El punto al que quiero llegar con este par de breves comentarios es que aquí estamos ante un problema del modelo económico y social, de la determinada manera como los seres humanos decidieron antes que nosotros relacionarse con la naturaleza. Incluso un poco a partir de ideas que vienen de muy atrás de actuar en la práctica como si los seres humanos no fuéramos parte de la naturaleza y pudiéramos hacer con ella cualquier cosa sin que terminara afectándonos y sin que nada pasara, con la idea de que la naturaleza era infinita. Quiero entonces expresar que el punto central que hay que abordar no es tanto el tema de la ciencia y de la tecnología, sino qué tipo de estructura económica y social es capaz de abordar estos problemas en beneficio de la Humanidad y no solo para favorecer a unas cuantas personas o sociedades o grupos que han venido aprovechándose del desarrollo para enriquecerse, a riesgo de hacerle daños inmensos al resto del género humano hasta el punto de estar generando un problema de gran calibre.
Estamos hablando de un modelo económico que pone la codicia al mando, como factor central de todas las decisiones y como supuesta manera de resolver los problemas que padecemos. De un consumismo exagerado que en no pocos casos, no voy a decir es irracional, porque tiene una racionalidad, pero que a ratos parece irracional. Se centra cualquier posibilidad de progreso en una especie de actitud enfermiza frente al poseer más que al ser, que nos empuja a utilizar los recursos en un grado de estrés y presión agravados por el aumento de la población. Y en esto juegan un papel negativo las formas que ha venido asumiendo el capitalismo en los últimos años, las que hemos llamado del libre comercio y el neoliberalismo, que más que nunca, incluso de una manera brutalmente cínica y descarada, pone la ganancia al mando casi como lo único que debe movilizarnos.
Es bueno señalar que aun cuando el problema sea global, el daño no es parejo. Colombia contribuye, Bolivia contribuye, todos los países contribuimos, pero la causa principal tiene que ver con potencias como Estados Unidos, que precisamente por tener desarrollos productivos muchos más fuertes que los nuestros y niveles de consumo bastantes superiores, son capaces de hacer daño, y efectivamente lo hacen, en proporciones bastante más grandes. Es importante señalarlo, porque tampoco podemos aceptar que se repartan a prorrata las causas del problema y mucho menos las soluciones, porque los aportes tendrán que ser diferenciados en la medida en que las situaciones son distintas.
Y como parte del debate hay que señalar también un hecho que debe ser reconocido. El papel tan positivo cumplido por todos aquellos que convirtieron las banderas de la defensa del medio ambiente en banderas de sus vidas y que durante mucho tiempo fueron vistos como una especie de anacoretas que andaban diciendo cosas que nada tenían que ver con la realidad. Eran como los locos de los países. Bueno, les rendimos homenaje en el día de hoy a esas personas porque fueron capaces de ver primero que los demás lo que podía terminar sucediendo. Sin duda, han jugado un papel clave. Pero también hay que decir que los monopolios causantes de estos problemas juegan todas las cartas. Y ha aparecido así un ambientalismo que, más que apuntar a solucionar los problemas asumiendo con todo valor las decisiones, termina siendo de una u otra manera cooptado por los mismos grandes poderes que generan el fenómeno. El hecho es de extrema gravedad y nos exige adelantar un debate franco y abierto. Pienso que en este tema, como en todos los temas de la vida, de la económica, de la política, de las relaciones sociales, si algo debe abanderar el mejor de los ambientalismos es el debate franco, claro y directo y llamar al pan, pan y al vino, vino. Y que sea en el debate en donde termine demostrándose quién tiene la razón y quién no. Y así terminamos ganando todos.
La lucha debe tener espacios nacionales y locales, como efectivamente los tiene el evento que aquí estamos haciendo. Pero por sobre todo es de carácter global, porque el fenómeno es global. Creo que es el momento de señalar que si algunos muy poderosos globalizan los horrores, pues habrá que globalizar la resistencia, pero sin abandonar las responsabilidades nacionales y locales que a cada uno de nosotros nos tocan. En este sentido, hay que respaldar el papel del gobierno de Bolivia y de su presidente el señor Evo Morales, que se ha echado la responsabilidad ambiental sobre sus espaldas, que parecieran ser débiles en el sentido de que Bolivia no es una de las grandes potencias del mundo, pero que sostienen un gran peso moral y un espíritu de lucha y de capacidad de decisión. No es fácil echarse al hombro temas como este, bien difíciles y que generan resistencias y nos crean enemigos no poco poderosos.
Por último, es mi deber político terminar esta presentación señalando que para el caso de Colombia no son buenas las posibilidades con el nuevo gobierno, tengo que decirlo de manera clarísima. Sé que con el nuevo gobierno se han creado muchas ilusiones, y estoy en el deber y en el derecho de decir que no las comparto. Cero ilusiones con esta administración. Creo que en lo fundamental, en lo determinante, en lo que marcan las diferencias, este es un gobierno idéntico al anterior, particularmente en estos temas. Y estoy leyendo mucho una opinión del señor León Teicher, presidente de El Cerrejón, una de las grandes mineras que operan en Colombia, sobre qué percepción tuvieron ellos del gobierno anterior y cuál tienen de este. Y la doy como prueba reina de lo poco que ellos piensan que han cambiado las cosas. Le preguntan al señor Teicher que si le seguirá yendo bien al sector de la gran minería en la era Santos. Y él contesta: “Así como el país fue afortunado de tener al presidente Uribe durante tantos años, también lo somos de tener al presidente Santos como gobernante. Yo creo que se nos volvió a aparecer la Virgen”. Lo dice el jefe de la principal mina a cielo abierto en Colombia. Estoy de acuerdo con el señor Teicher: se les volvió a aparecer la Virgen, pero a ellos, no a Colombia, ni mucho menos a quienes tenemos preocupaciones por estas cosas del medio ambiente.
Y en este sentido hay que decir que lo que hay en el Plan de Desarrollo sobre agua es espantoso. Es la profundización de todo lo horrible que se ha venido haciendo en años anteriores en la lógica de convertir el agua en otro negocio más. No voy a leer las citas porque me hago largo, pero cualquiera las puede consultar en el Plan de Desarrollo. Luego, más razones para participar activamente en estas luchas que tienen que ver con buscar verdadera civilización, verdadero progreso, verdadero desarrollo.
Nuevamente les agradezco a ustedes muchísimo que hayan aceptado esta invitación.
- Jorge Enrique Robledo es senador por el Polo Democrático Alternativo.
https://www.alainet.org/de/node/146544
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