Wikileaks y el derecho a la información

07/12/2010
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Wikileaks es una palabra que en estos días está prácticamente en toda la prensa mundial y que ha dado lugar a un debate en el que poco a poco se ha ido llegando al fondo, que no es otra cosa que el derecho a informar y a estar informado que, como tema, es el derecho a la información que cada vez está más restringido en función de intereses de grupos de poder.
 
En la reciente entrega de más de 250 mil documentos relacionados con la política exterior de Estados Unidos y provenientes de los archivos de ese país se ha abierto un caudal de información que pone sobre el tapete el espionaje a que son sometidos presidentes, poderes del Estado y altos funcionarios, hasta golpes de Estado e intervenciones armadas para torcer la soberanía nacional y popular.
 
La reacción estadounidense ha sido iniciar acciones contra el titular del sitio, Julian Assange, contra quien se ha presentado una demanda por supuesta violación de una mujer, por lo cual ahora la policía internacional, INTERPOL, ha emitido una orden de captura a nivel mundial. Mientras, desde Estados Unidos se estudia juzgarlo de acuerdo a la ley contra el espionaje, que contempla la pena de muerte. La secretaria de Estado Hillary Clinton dice que la publicación de los documentos es un ataque no sólo a su país sino a la “comunidad internacional” y,según sus palabras, afecta a “las alianzas y negociaciones“ en marcha “para buscar la paz y la seguridad mundial”. Al mismo tiempo, la diplomacia del norte da explicaciones por el contenido de los documentos que ponen de relieve una gran falta de respeto por quienes teóricamente son sus iguales.
 
Un artículo aparecido en The New York Times, firmado por Mark Mazzetti, señala que Estados Unidos expandió el rol de los diplomáticos al espionaje al ordenar que estos investiguen a las Naciones Unidas, empezando por su Secretario general, así como dignatarios extranjeros, lo que incluye a presidentes de la república. Los documentos hechos públicos por Wikileaks demuestran intromisiones en la vida privada de los mandatarios, como en el caso de la presidenta argentina Cristina Fernández, por orden expresa de Hillary Clinton. Pero hay otros dos casos que claramente demuestran que las alianzas y negociaciones a que se ha referido la funcionaria no buscan la paz ni la seguridad.
 
El golpe en Honduras
 
Desde el 28 de junio del año pasado, Estados Unidos ha avalado el golpe militar del que fue objeto el presidente de Honduras, Manuel Zelaya. El embajador de Washington en ese país, Hugo Llorens fue una figura activa en ese proceso, tal como lo detalláramos en estas páginas en su oportunidad, aunque intentara aparecer como neutral. Entre los documentos de Wikileakes aparece el informe “confidencial” de Llorens al departamento de Estado y al Consejo de Seguridad Nacional. Allí puntualiza el embajador: ”Desde la perspectiva de la Embajada, no hay duda de que los militares, la Corte Suprema y el Congreso Nacional, conspiraron el 28 de Junio en lo que constituye un golpe ilegal e inconstitucional contra el Poder Ejecutivo, al aceptar a prima facie que Zelaya podría haber cometido ilegalidades y podría haber violado la constitución”.
 
Luego, el embajador puntualiza que Zelaya no violó la constitución, que la renuncia que le atribuyeron fue “una clara invención”,que la acusación de que quería extender su período de gobierno fue “suposición”,que el propósito de disolver el congreso fue otra “suposición” y, en resumen, admite que todo lo que se dijo en ese entonces fue falso.
 
Este informe de Llorens está fechado el 24 de julio de 2009,sin embargo, pese a saber toda la verdad el gobierno estadounidense no sólo apoyó a los golpistas sino que permitió y dio los recursos necesarios para que el pueblo hondureño fuera reprimido a la vez que se impulsaba un proceso electoral que América Latina no reconoce.
 
 Intervención en España
 
También son interesantes los correos enviados por el embajador estadounidense en España. Como se recordará, el 8 de abril de 2003, el camarógrafo español José Couso murió a raíz de los disparos de un tanque estadounidense contra el hotel Palestina, de Bagdad, en el que se hospedaba y desde una de cuyas habitaciones grababa la ocupación de la ciudad.
 
En esa oportunidad murió también un camarógrafo ucraniano de la agencia Reuters y tres periodistas quedaron heridos. La familia de Couso entabló una demanda y fueron identificados los militares responsables de los disparos contra el hotel, en el que se sabía que estaba alojada la prensa. Transcurrido un año y ante las diligencias del juez, los diplomáticos estadounidenses entraron en acción. El encargado de negocios en Madrid le llevó al canciller español, Miguel Angel Moratinos, una carta del general Collin Powell y cuando el juez ordenó la extradición de los militares responsables de la muerte de Couso, tanto el ministro de Justicia español como el propio Moratinos tranquilizaron a los diplomáticos, diciéndoles que en última instancia el gobierno apelaría su resolución. Todo esto le fue informado a la entonces secretaria de Estado Condoleeza Rice y en marzo de 2006 el caso fue archivado.
 
Y también se han conocido los correos que dejan en claro que la salida del juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional española se debió al compromiso adquirido por el presidente de esa entidad de no dejar que fuera Garzón el que viera la demanda de ex presos de Guantánamo por las torturas recibidas en la prisión estadounidense. Estos dos casos son un ejemplo claro de que ya la diplomacia como tal no existe y que los intereses creados superan a los intereses nacionales. Este remezón debería conducir a un cambio profundo en las relaciones internacionales, lo que sin embargo no se vislumbra dada la telaraña que ha quedado de manifiesto.
 
A nivel periodístico han surgido interesantes planteamientos que hablan de la necesidad de transparentar las informaciones, lo que requiere entrar al análisis y la discusión del derecho a la información, temas que están planteados hace mucho tiempo y en los que no se avanza porque hay demasiadas cosas en juego.
 
Prueba de que es así es la insólita reacción de Thomas Flanagan, asesor del Primer Ministro canadiense Steven Harper, quien dijo a la cadena televisiva estadounidense CBS que Julian Assange, fundador de Wikileaks “debería ser asesinado” y no sería extraño que tras la alerta roja lanzada por INTERPOL se iniciara la cacería de Assange.
 
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
 
https://www.alainet.org/de/node/146022
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