Biblia y compromiso en el mundo

30/11/2010
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Conocimos recientemente la exhortación apostólica “Verbum Domini” de Bendicto XVI sobre la palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (11/11/10), en la que recoge las conclusiones de la asamblea especial de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos.
 
El documento – que consta de una introducción, tres partes y una conclusión – tiene como hilo conductor el siguiente postulado: “El cristianismo no es una religión del libro: el cristianismo es la religión de la palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del verbo encarnado y vivo”. Comprender la palabra bíblica no como una palabra distante, abstracta y ajena al curso de la historia, sino como una palabra encarnada que anima, inspira e interpela, nos pone nuevamente en la necesidad de unificar la fe con la vida.   
 
La tercera parte de documento titulada “Verbum mundo”, subraya el deber de los cristianos de anunciar la Palabra de Dios en el mundo en el que viven. Se recuerda que éstos (cristianos y cristianas) están llamados a servir al verbo de Dios en los hermanos más pequeños. Concretamente, se señalan nueve aspectos de este servicio, de los cuales enunciamos y resumimos cinco que consideramos fundamentales para la vida de nuestros pueblos:
 
Primero, el compromiso por la justicia en la sociedad. Se reconoce que la Palabra de Dios impulsa a los seres humanos a entablar relaciones animadas por la rectitud y la justicia, denuncia sin ambigüedades las injusticias, promueve la solidaridad y la igualdad, nos lleva al compromiso a favor de los que sufren y son víctimas del egoísmo, y refuerza la afirmación de los derechos humanos de cada persona (nn. 100,101).
 
Segundo, la reconciliación y paz entre los pueblos. Se plantea la necesidad de redescubrir la Palabra de Dios como fuente de reconciliación y paz; por eso es inconcebible justificar intolerancia o guerras en nombre de Dios o de la religión. Ésta más bien, debería impulsar un uso correcto de la razón y promover valores éticos que edifican la convivencia civil (n.102).
 
Tercero, la caridad efectiva. El compromiso por la justicia, la reconciliación y la paz tiene su última raíz y su cumplimiento en el amor que Cristo nos ha revelado; todos los creyentes han de comprender la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio. El amor se constituye en una especie de criterio de verdad sobre la seriedad con la que tomamos la palabra de Dios. Por eso se afirma en el documento que “el que cree haber entendido las Escrituras, o alguna parte de ellas, y con esta comprensión no edifica este doble amor de Dios y del prójimo, aún no las entendió” (n.103).
 
Cuarto, evangelización y emigrantes. La misión evangelizadora de la Iglesia ha de prestar atención al complejo fenómeno de la emigración; los emigrantes tienen el derecho de escuchar el kerigma, que se les ha de proponer, pero nunca imponer. Si son cristianos, necesitan una asistencia pastoral adecuada para reforzar su fe y para que ellos mismos sean portadores del anuncio evangélico. Los movimientos migratorios deben ser considerados una ocasión para descubrir nuevas modalidades de presencia y anuncio, y se proporcione una adecuada acogida y animación a los que buscan refugio, mejores condiciones de vida, salud y trabajo (n. 105).
 
Quinto, anuncio de la Palabra a los que sufren. El culmen de la cercanía de Dios al sufrimiento humano lo contemplamos en Jesús mismo, que es Palabra encarnada. Sufrió con nosotros y murió. Con su pasión y muerte asumió y transformó hasta el fondo nuestra debilidad. La cercanía de Jesús a los que sufren no se ha interrumpido, se prolonga en el tiempo por la acción del Espíritu Santo en la misión de la Iglesia, en la Palabra y en los sacramentos, en los hombres y mujeres de buena voluntad, en las actividades de asistencia que las comunidades promueven con caridad fraterna, enseñando así el verdadero rostro de Dios y su amor (n.106).
 
En cada uno de estos aspectos se resalta la voluntad de Dios de abrir y mantener un diálogo con el ser humano (el Dios que habla). Y al Dios que habla el ser humano responde con fe, entendida ésta como la respuesta responsable a la propuesta de Dios. Precisamente, los cinco aspectos que hemos destacado de un listado de nueve, reflejan en cierto modo esa respuesta que ha de darse desde un mundo concreto, con sus problemas y expectativas, con sus angustias y esperanzas. Un mundo que no hemos de eludir sino transformar desde la inspiración de la Palabra de Dios.
 
El documento nos trae a la memoria lo que Monseñor Romero decía cuando hablaba de la Biblia como una de sus fuentes principales de inspiración. Para él tomar contacto con la Escritura significó al menos cinco cosas: leerla, profundizarla, encarnarla, ponerla en práctica y comunicarla. Leerla (porque) “la Biblia guarda en páginas la palabra de Dios” (16/07/78). Profundizarla: “Estudio la palabra de Dios que se va a leer cada domingo” (20/08/78). Encarnarla: “No podemos segregar la palabra de Dios de la realidad histórica” (27/11/77). Ponerla en práctica: “Todo el que oye la palabra de Dios y la practica, construye sobre roca” (04/08/78). Comunicarla: (para que) “anime, ilumine, contraste, repudie, alabe lo que se está haciendo hoy en nuestra sociedad” (27/11/77).
 
En suma, anunciar la Palabra de Dios en el mundo, en la vida, en la historia y en la naturaleza, es uno de los principales desafíos que plantea la exhortación , y ese fue unos de los principales aportes que nos ha legado Monseñor Óscar Romero.
 
- Carlos Ayala Ramírez es director de radio YSUCA
https://www.alainet.org/de/node/145896?language=en
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