Viene el lobo
- Opinión
Asunción Carandell, compañera del poeta José Agustín Goytisolo, me decía recientemente que debíamos “buscar algún médico que supiera escribir de una forma muy expresiva lo que es el hambre”. Bernard Shaw escribió “que el escalofrío de la pobreza nunca deja de recorrerte los huesos”, y sin pretender ser yo quien le dé la respuesta acertada a Asunción –nací en la orilla que se nutre de las otras riberas- quizás, el hambre, sea algo parecido a eso, un escalofrío permanente.
Por esa sensación está pasando este fin de semana el Director General de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que se declara en huelga de hambre para visibilizar la necesidad de compromisos y acciones urgentes contra el hambre. Justamente un día antes de que se inicie en Roma la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, preocupado como está por las ausencias de los que se hacen llamar “líderes del mundo”. Faltarán, se prevé, todo el equipo del G8 y su líder actual –también Premio Nobel de la Paz-, así como el resto de “reservas” incluidos en el G20 ó G21.
También en Roma hay en marcha un Foro paralelo de la Sociedad Civil, donde sí han llegado todas las “estrellas”. Como Saúl, representante de las comunidades indígenas latinoamericanas, Mamaya de un colectivo de mujeres pescadoras artesanales de Guinea Conakry o Agripía de Tanzania que nos ha explicado como las gentes Masai están siendo expulsadas porque llegan los jeques de los Emiratos Árabes a comprar sus –de siempre – tierras cultivables. La apertura del Foro ha contando con la presencia de Olivier Shchutter, Relator del Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas. Su voz, alimentada por las explicaciones y vivencias de las gentes del mar y de los campos, es clara. “La seguridad alimentaria no se consigue –como se viene insistiendo desde hace 25 años- aumentando los ingresos del estado en base a las exportaciones de productos agrícolas”. Efectivamente, esas políticas sólo benefician a las grandes corporaciones y, lamentablemente, se intuye que en la Cumbre oficial de la FAO, se potencie el papel del capital privado en la lucha contra el hambre. Confusión gravísima: viene el lobo.
Y Asunción continuaba diciéndome sobre el hambre: “no nos hacemos cargo de que es irse devorando a uno mismo”. Esa sí que es una buena definición, gracias Asunción. Aquí, en el Foro, nadie va a dejarse devorar.
- Gustavo Duch Guillot
Roma. Foro de los Pueblos por la Soberanía Alimentaria
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