Obama: ¿el Nobel diferente?
29/10/2009
- Opinión
La decisión del Comité Nobel de otorgarle el Premio Nobel de la Paz al Presidente estadounidense Barack Obama ha desatado una polémica de carácter universal. La razones son varias y todas ellas tocan un punto candente, porque el premio al mandatario estadounidense no está referido a acciones determinadas sino a sus declaraciones de buenas intenciones, que no encuentran respaldo en los hechos.
Hay palabras que son las que el Comité Nobel decidió premiar, considerando que implican un cambio positivo en la manera de enfocar los asuntos internacionales, fortaleciendo la democracia multilateral, con énfasis en el rol de las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales en la búsqueda del diálogo y la negociación para la solución de los conflictos.
Talvez lo que más haya influido, punto señalado también en el comunicado del Comité Nobel, es su posición favorable a un mundo libre de armas nucleares, así como la modificación en la actitud estadounidense frente al cambio climático y al fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos, todo lo cual, según el Comité, ha centrado la atención del mundo y le ha dado a la gente la esperanza de un mejor futuro.
Así las cosas, parecería incomprensible que el otorgamiento de este premio haya despertado tanta controversia en los más diversos sectores y países. Junto con eso han aflorado algunas interpretaciones y la que parece tener más aceptación es la que señala que el premio se le concedió como una forma de destacar las diferencias entre Barack Obama y George Bush,uno de los presidentes estadounidenses que ha concitado mayor repudio internacional.
Los cuestionamientos apuntan a que es demasiado pronto para premiar a un presidente que sólo lleva nueve meses en el cargo. Pero eso no debería ser un inconveniente, porque si consideramos que un ser humano se forma en nueve meses, en ese mismo lapso quien se ha preparado para ser presidente y lo logra tendría que tener más hechos que palabras a su haber.
Afganistán y Honduras
A simple vista las situaciones de Afganistán y Honduras son distintas, sin embargo tienen similitudes. El gobierno de Bush decidió invadir Irak y Afganistán violando todos las normas internacionales, justificando su actuación en el hasta hoy poco claro episodio de los aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, de lo cual responsabilizó al gobierno de los talibanes y con ellos a Osama Ben Laden, quien fuera entrenado y apertrechado por Estados Unidos para combatir a las tropas soviéticas que habían entrado en Afganistán a solicitud del entonces presidente de ese país y cuando Washington intentaba usar el territorio afgano para acciones desestabilizadoras de la URSS,en reemplazo de Irán, donde su aliado el Sha había sido depuesto.
Las relaciones estadounidense-afganas se rompieron, presumiblemente, por la negativa del gobierno talibán a autorizar la construcción de un estratégico oleoducto que acercaría a Washington al petróleo ruso. En el golpe de Estado hondureño se repiten algunos hechos.
Cuando la administración de Reagan desató la guerra en América Central, utilizó el territorio hondureño para instalar una base militar donde se entrenaban y armaban los mercenarios de la “contra” para atacar Nicaragua con el propósito de derrocar al gobierno sandinista. La base sigue ahí como un punto estratégico en la región y ahora va a ser parte del conjunto de bases militares estadounidenses en América Latina, las otras son las de Colombia y las que se instalarán en Panamá de acuerdo al convenio que firmará este mes el gobierno de ese país con la secretaria de Estado Hillary Clinton.
Esa base sirvió de punto de apoyo a los golpistas hondureños que depusieron al presidente Manuel Zelaya y a quien se niegan a restituir en su cargo pese al reclamo internacional. Zelaya se proponía establecer en la constitución un artículo que impidiera la entrega a empresas extranjeras de un gran yacimiento de petróleo descubierto en las prospecciones que su gobierno le encomendó a una empresa noruega.
Las omisiones de Obama
Los planteamientos premiados por el Comité Nobel no se aplican en Afganistán ni en Honduras. La guerra de Afganistán tiene por objeto dominar a los talibanes, que son seres humanos como todos, no monstruos, y que viven de acuerdo a sus creencias religiosas. Los ejércitos combinados de Estados Unidos y los países miembros de la OTAN, no lo han logrado.
Fronterizo con Pakistán, los habitantes de ambos países comparten creencias religiosas y se protegen de las acciones militares estadunidenses. Es más, el ejército paquistaní se niega a combatir a los talibanes y eso le costó la salida del cargo al ahora ex presidente Musharaff y talvez la vida a Benazir Bhutto, que había declarado que no permitiría acciones estadounidenses no consentidas por su país.
El viudo de Benazir, ahora presidente, se maneja en la vaguedad y Estados Unidos bombardea el territorio afgano sin impedimentos. Obama considera que la guerra declarada por Bush a Irak y Afganistán debe desarrollarse en este último país y desde su campaña electoral advirtió que ahí reforzaría sus tropas, como lo está haciendo. Es más, justo cuando se le confería el Nobel de la Paz, trascendió que había enviado más efectivos militares sin haberlo informado.
Sus generales le piden otros 40 mil y se estima que el total de tropas allí podría llegar a los cien mil y que superaría a los contingentes desplegados en Irak. No es exactamente lo que se esperaría de quien ha obtenido el Premio Nobel de la Paz. Algo parecido sucede en Honduras, donde el pueblo hondureño lleva más de 100 días manifestándose contra el gobierno golpista y es reprimido y violentado con las técnicas aprendidas en las academias militares de Estados Unidos.
No se trata de que los que critican las intervenciones estadounidenses las estén reclamando, sino de que los que están interviniendo en los asuntos de otros países pongan fin a esas actividades. El problema de Obama es que no sólo no tiene el poder para ponerle fin a esas acciones, sino que por el camino que va no lo conseguirá.Mantuvo en su puesto al secretario de Defensa bushista Robert Gates como contacto con los jefes miltares. Ya se advierte la necesidad de un cambio.
Nombró secretaria de Estado a Hillary Clinton por conveniencias electorales y ahora que ella ha dicho que no volverá a postular a la presidencia es el momento propicio para reemplazarla en la conducción de las relaciones internacionales del país del norte, no ha hecho aporte alguno, al menos que así se pueda considerar el convenio para instalar bases estadounidenses en Panamá.
Aunque sólo lleva nueve meses en el puesto, no le queda mucho tiempo a Obama para pasar de las palabras a los hechos y si éstos no se corresponden con las palabras su gobierno podría durar cuatro años solamente. Sus antecesores en la obtención del Nobel de la Paz,Woodrow Wilson,Teddy Roosevelt y Harry Truman, lo recibieron después de haber sacrificado las vidas de miles de sus conciudadanos y de haber usado por primera vez armas atómicas.
A Obama se le abre un camino distinto, ser consecuente con las palabras que le valieron este Nobel de la Paz. Eso también implica un riesgo, incluso el de su propia vida, como lo demuestra la feroz reacción de los grupos de poder, la que se puede sintetizar en la portada que le dedicó la revista Newsweek, en la que junto a su foto se lee "Ël no merece el premio". En las páginas interiores se lo compara con otros Premios Nobel de la Paz y sobre su fotografía el título expresa Subcalificado para el sobrevalorado".
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
https://www.alainet.org/de/node/137392?language=es
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