Testamento para una cooperación solidaria
- Opinión
Entrevista con Matthieu Cramer, cooper-actor (cooperante, voluntario) suizo, pocos días antes de su muerte
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Cooper-actor de la Organización no-gubernamental suiza E-CHANGER (Intercambiar) en Colombia desde el 2006, Matthieu Cramer “descubrió” ese continente mucho antes. “Transcurría el 1995, tenía apenas 19 años y emprendí un viaje de once meses como mochilero entre Canadá y Santiago de Chile... ¡Descubrí tantas cosas! Pero lo más importante es que aprendí a desaprender”, enfatiza Matthieu. Lo que implicó “dejar atrás todo prejuicio, abrazar lo que encontraba en mi camino, una realidad llena de contradicciones, contrastes, diversidad, miseria y alegría. Una realidad llena de vida...”. Matemático de profesión, Matthieu Cramer trabajó con Inzá desde hace casi una década acompañando a la Asociación Campesina “Tierradentro” (ACIT) en proyectos pedagógicos, sociales, comunitarios y de integración regional. En síntesis, aportando al fortalecimiento organizativo de esta dinámica asociación del sur occidente colombiano. Pocos días después de concluida esta entrevista, Matthieu Cramer falleció el pasado 10 de diciembre –junto con Anderson, un colega de la comunidad- en un accidente de tránsito en el norte de Perú, en camino hacia Bolivia y Argentina.
“UBICARSE JUNTO A LOS MÁS EMPOBRECIDOS”
P: ¿En una situación políticamente tan compleja como la que vive hoy Colombia, cuál es el real espacio que cuenta la cooperación solidaria?
R: En el marco del conflicto que atraviesa Colombia, se han establecido diferentes tipos de cooperación. Hay que reconocer que la duración y la crueldad del mismo no siempre facilitan la tarea. ¿Cómo impulsar una propuesta de cooperación en esas circunstancias? Pienso que la cooperación no puede tener otra opción que ubicarse junto a los sectores más empobrecidos de la población e identificar la necesidad de cambios profundos de la actual sociedad colombiana. Y en ese marco es entonces esencial el tipo de organización contraparte con la que se trabaja. Debe fortalecer el acompañamiento de esos sectores. Es fundamental que las contrapartes sigan esa lógica para que los voluntarios puedan acompañar a los marginados en su lucha por vida digna.
Por otra parte, constato la existencia en Colombia de una multitud de ONG que promueven una cooperación auto-definida como “neutral”, sin asumir el sentimiento y las reivindicaciones de las organizaciones sociales. Me parece una visión insuficiente, limitada. Con el agravante que el casi total silencio de los organismos internacionales con respecto a lo que pasa realmente en Colombia, transforma esa aparente neutralidad en un nivel de complicidad con el poder.
Muchas de esas ONG están muy lejos de ponerse la camiseta de las organizaciones sociales colombianas. Nosotros, en nuestra formación de E-CHANGER, antes de comenzar nuestra misión en el sur, siempre hemos hablado de ponernos la camiseta de nuestras contrapartes, de sentir sus realidades y reivindicaciones en tanto sujetos políticos. En ese sentido, en el caso particular mío, considero ante todo que mi aporte es el de un luchador más, de un soñador más dentro de un proceso que reclama un mundo mejor.
P: ¿Esta reflexión parece ir en la dirección de la necesidad de estimular una cooperación de proximidad, con rostro humano y compromiso?
R: En un encuentro-reflexión reciente que tuvimos los cooperantes suizos con contrapartes colombianas, se subrayaba la importancia de acompañar aquellas comunidades y procesos que intentan construir una propuesta de paz. En medio de la exclusión, de la guerra, de la crisis humanitaria, muchas comunidades resisten y van poniendo en marcha sus planes de vida digna, su propia forma de entender el desarrollo en armonía entre el territorio, la comunidad organizada y la producción agroalimentaria.
Nuestras contrapartes nos explicaban la necesidad de acompañar a esas comunidades, permitiéndoles que resistan contra la guerra, que puedan seguir apostando a un mañana mejor.
Y en ese sentido, nuestra presencia en tanto que cooper-actores les da fuerza, las valora y protege y les da cierta garantía en medio del conflicto.
Es importante que estas comunidades, asociaciones, organizaciones puedan hacer visibles sus proyectos; sus propuestas de vida y paz. Y nuestra presencia puede facilitar este ejercicio. Para los actores estatales y paraestatales del conflicto nuestra presencia les obliga a controlar más su accionar. De cara a los actores armados, es la comunidad y su propia capacidad organizativa la que asegura la seguridad del conjunto de los individuos que la integran.
LOS COOPERANTES: PUENTES ENTRE DOS SOCIEDADES
P: ¿Cuál es el aporte específico de los cooper-actores?
R: El activo rol de puente. Entrelazar, acercar lo que viven las organizaciones sociales colombianas y la sociedad civil en Suiza, en el Norte. Por ejemplo, entre Ginebra e Inzá existe una estrecha relación entre instituciones municipales, cantonales y asociativas desde hace varios años.
Mi presencia en Colombia ha facilitado que muchos ginebrinos hayan llegado y conocido la realidad cotidiana de los inzaceños, en tanto algunos colegas de Inzá han podido conocer Ginebra e intercambiar sus vivencias con los ginebrinos. La plusvalía es el encuentro entre los pueblos facilitado por los cooper-actores. La plusvalía es también lo que nosotros aprendemos cotidianamente con nuestras contrapartes. Incluso a soñar...a renovar utopías.
Existe un eslogan de la Vía Campesina, la red campesina mundial más importante, que habla de “globalizar la lucha, globalizar la esperanza”. Eso significa tener una visión global. Entender que debemos oponernos y resistir a un sistema global que excluye y margina al ser humano...Sin olvidar que nuestros países, de donde venimos los cooper-actores, tienen normalmente una importante responsabilidad en lo que pasa en el mundo. El corazón de este sistema está en los países de donde venimos los cooper-actores.
En ese sentido, la plusvalía de nuestra presencia, insisto, está en el intercambio humano, facilitar el encuentro entre los pueblos.
Y hay una plusvalía importante: no tanto lo que aportamos los que llegamos del norte sino lo que recibimos. La comprensión política diferente, el aprendizaje cotidiano...Diría, la *utopía recibida*, por llamarlo de alguna manera.
Y en este ir y venir, en este encuentro entre sociedades y pueblos facilitado por el intercambio de personas, la demanda de las contrapartes es muy clara.
Las contrapartes nos piden acompañamiento, solidaridad, identificación con sus propias vivencias y reivindicaciones. Y este es un punto clave de nuestra práctica.
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“REGRESAR A LATINOAMERICA PARA QUEDARME”
En la entrevista concluida pocos días antes de su trágico fallecimiento, Matthieu Cramer relató su historia personal, marcada definitivamente por su identificación latinoamericana. “Cuando terminé mis estudios secundarios en Ginebra, Suiza, intrigado por los numerosos relatos de los viajes de mis padres, organicé mi propio viaje para atravesar las Américas. Lo inicié en Montreal, Canadá, para descubrir el lugar donde había nacido en julio de 1975 y donde había pasado mis primeros cuatro años de vida. En esa ciudad se habían instalado mis padres poco tiempo después de su casamiento...
Desde Canadá comencé a bajar hasta la frontera mexicana, para descubrir Latinoamérica, su lengua que no conocía, sus historias y luchas que ignoraba. Tenía 19 años al inicio de 1995 y seguí rumbo al sur, solo, con un mapa, mi mochila, mi ingenuidad y sin ninguna guía turística.
Este viaje duró 11 meses hasta Santiago de Chile. Me marcaron en ese momento, sobremanera, tres países. Nicaragua, donde me encontré con jóvenes de la Juventud Sandinista que tenían muchísimas ganas de contarme un siglo de resistencias, guerras y revolución. Colombia, país teóricamente peligroso, donde, sin embargo, me recibieron en todas partes y donde no tuve que pagar ni una sola noche de hotel. Chile, por haber descubierto allí, sus luchas, dictaduras y resistencia al son de Intillimaní y Víctor Jara. Al terminar el viaje, regresé a Ginebra –donde estaba instalada mi familia desde hacía años- para estudiar Matemáticas con un deseo claro: regresar a América Latina pero no como turista, sino para vivir aquí para siempre. Dos años más tarde, tomaba un vuelo hacia Bogotá, para continuar mis estudios universitarios. Después de graduarme en la Universidad Nacional de Colombia, unos compañeros campesinos e indígenas con quienes había estudiado cuatro años, me propusieron acompañarlos a su región de origen, en el municipio de Inzá, al oriente del Departamento del Cauca, el suroccidente colombiano. Allí encontré un puesto como maestro en un pequeño colegio de una zona rural.
En paralelo, comenzamos a acompañar a las Asociación Campesina de Inzá Tierradentro (ACIT). Esta asociación fue creciendo rápido al son de asambleas y movilizaciones en un ejercicio permanente de planificación colectiva. Al llegar a la coyuntura electoral, en una asamblea comunitaria -julio 2003- se propuso lanzar un socio a la alcaldía y por primera vez en la historia, después de una dura campaña, ganó la administración municipal un movimiento de base con el aval de un partido de izquierda, el naciente Polo Democrático.
Luego me tocó salir del país. Y regresé en noviembre 2006 con una propuesta de trabajo entre la ONG suiza de cooperación solidaria E-CHANGER y la ACIT. Es así que me encuentro ahora acompañando nuevamente a la asociación en sus tareas cotidianas”. (Sergio Ferrari)
Colaboración de Prensa de E-CHANGER
ONG de cooperación solidaria a través del intercambio de personas a la que pertenecía Matthieu
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