La crisis de los precios de los alimentos
07/05/2008
- Opinión
Esta semana el presidente Martín Torrijos se reunió en la Casa Blanca con el presidente saliente de EEUU, George Bush. Panameños y latinoamericanos esperaban que de la reunión saliera alguna declaración en torno a la crisis de los precios de los alimentos que golpea al mundo entero. Tanto Panamá como EEUU, así como el resto del mundo, se encuentran en una crisis provocada por la desmesurada especulación en torno a productos básicos como el arroz, el trigo, el maíz y la soya.
En vez de buscarle la solución al problema, parece que ambos mandatarios se pronunciaron a favor de las políticas que seguirán creando inestabilidad en los mercados mundiales y oportunidades para que los especuladores continúen sacando ganancias extraordinarias de la tragedia de millones de familias.
Jean Ziegler, relator para el Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, manifestó que el aumento mundial de los precios de los alimentos está provocando un "asesinato en masa silencioso". Según Ziegler, la expansión de los biocombustibles, la especulación en el mercado de materias primas y los subsidios a las exportaciones de EEUU y de la Unión Europea son las causas de la hambruna. Incluso, Peter Brabeck, presidente de la multinacional Nestlé, señaló que si se pretende cubrir el 20 por ciento de la demanda petrolera con “agrocarburantes”, no habrá que comer.
Según Umbero Mazzei, “el súbito aumento del precio en productos agrícolas, petróleo y materias primas coincide con el súbito colapso del dólar (los productos se cotizan internacionalmente en dólares). En un año el precio global de alimentos subió 40 por ciento en dólares, el dólar cayó un 28 por ciento ante el euro y un 130 por ciento con respecto al oro. En Europa - cuyas monedas son más estables - el precio de los alimentos ha variado poco y no se habla de inflación”.
El comentarista del Guardian, Raj Patal, plantea que las instituciones financieras internacionales que son controladas por EEUU, han destruido la capacidad de los países menos desarrollados para definir políticas agropecuarias. A Panamá y al resto de los países más vulnerables les obligó a cerrar sus silos y a eliminar los aranceles que protegían a los productores nacionales.
El parteaguas del control alimentario se gestó en la década de 1980 mediante la desregulación y la privatización agrícola. Según Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard, con el auge de la globalización en 1995, la Organización Mundial de Comercio (OMC) combatió la “reserva” de los alimentos como una “distorsión mercantil”, lo que dio vuelo a las trasnacionales agro-farmacéuticas. Una de las consecuencias de la “apertura” alocada del sector agrícola de la OMC fue concederle el dominio financiero de la producción mundial a las trasnacionales agroalimentarias, las principales enemigas públicas del género humano.
Según el Instituto de Estudios de Desarrollo (en Londres) “lo del arroz es insólito. En 2007-2008 hubo un superávit de un millón de toneladas”. El hecho que los inventarios mundiales cayeron un 8,5 por ciento para el primer cuatrienio de 2008 sirvió para que los precios se hayan más que duplicado. La tonelada de origen tailandés pasó de 200 dólares a 499 en la Bolsa de Chicago en abril 2008.
Lo del trigo es también injustificable. Las fluctuaciones creadas por la especulación en los precios internacionales disparó el precio del grano de 150 dólares por tonelada a 499 en la Bolsa de Chicago en abril de 2008. “¡Un crimen!”, concluye el Instituto londinense.
A Torrijos y Bush, reunidos en la Casa Blanca, les fue indiferente la situación. No se dieron por enterados de las maniobras especulativas en las bolsas de valores que han disparado los precios de los productos básicos. Aurelio Suárez concluye que “gracias a la desaparición de toda forma de intervención estatal en el mercado alimenticio, se incluyeron cereales y oleaginosas en la ruleta de las transacciones bursátiles, donde los precios presentes se fijan mediante la expectativa agiotista de la cotización futura”.
- Marco A. Gandásegui, hijo, (Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA)
En vez de buscarle la solución al problema, parece que ambos mandatarios se pronunciaron a favor de las políticas que seguirán creando inestabilidad en los mercados mundiales y oportunidades para que los especuladores continúen sacando ganancias extraordinarias de la tragedia de millones de familias.
Jean Ziegler, relator para el Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, manifestó que el aumento mundial de los precios de los alimentos está provocando un "asesinato en masa silencioso". Según Ziegler, la expansión de los biocombustibles, la especulación en el mercado de materias primas y los subsidios a las exportaciones de EEUU y de la Unión Europea son las causas de la hambruna. Incluso, Peter Brabeck, presidente de la multinacional Nestlé, señaló que si se pretende cubrir el 20 por ciento de la demanda petrolera con “agrocarburantes”, no habrá que comer.
Según Umbero Mazzei, “el súbito aumento del precio en productos agrícolas, petróleo y materias primas coincide con el súbito colapso del dólar (los productos se cotizan internacionalmente en dólares). En un año el precio global de alimentos subió 40 por ciento en dólares, el dólar cayó un 28 por ciento ante el euro y un 130 por ciento con respecto al oro. En Europa - cuyas monedas son más estables - el precio de los alimentos ha variado poco y no se habla de inflación”.
El comentarista del Guardian, Raj Patal, plantea que las instituciones financieras internacionales que son controladas por EEUU, han destruido la capacidad de los países menos desarrollados para definir políticas agropecuarias. A Panamá y al resto de los países más vulnerables les obligó a cerrar sus silos y a eliminar los aranceles que protegían a los productores nacionales.
El parteaguas del control alimentario se gestó en la década de 1980 mediante la desregulación y la privatización agrícola. Según Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard, con el auge de la globalización en 1995, la Organización Mundial de Comercio (OMC) combatió la “reserva” de los alimentos como una “distorsión mercantil”, lo que dio vuelo a las trasnacionales agro-farmacéuticas. Una de las consecuencias de la “apertura” alocada del sector agrícola de la OMC fue concederle el dominio financiero de la producción mundial a las trasnacionales agroalimentarias, las principales enemigas públicas del género humano.
Según el Instituto de Estudios de Desarrollo (en Londres) “lo del arroz es insólito. En 2007-2008 hubo un superávit de un millón de toneladas”. El hecho que los inventarios mundiales cayeron un 8,5 por ciento para el primer cuatrienio de 2008 sirvió para que los precios se hayan más que duplicado. La tonelada de origen tailandés pasó de 200 dólares a 499 en la Bolsa de Chicago en abril 2008.
Lo del trigo es también injustificable. Las fluctuaciones creadas por la especulación en los precios internacionales disparó el precio del grano de 150 dólares por tonelada a 499 en la Bolsa de Chicago en abril de 2008. “¡Un crimen!”, concluye el Instituto londinense.
A Torrijos y Bush, reunidos en la Casa Blanca, les fue indiferente la situación. No se dieron por enterados de las maniobras especulativas en las bolsas de valores que han disparado los precios de los productos básicos. Aurelio Suárez concluye que “gracias a la desaparición de toda forma de intervención estatal en el mercado alimenticio, se incluyeron cereales y oleaginosas en la ruleta de las transacciones bursátiles, donde los precios presentes se fijan mediante la expectativa agiotista de la cotización futura”.
- Marco A. Gandásegui, hijo, (Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA)
https://www.alainet.org/de/node/127423?language=es
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