Entrevista con Blanca Chancoso:

Los retos del liderazgo de las mujeres

06/03/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

En la historia del movimiento indígena, las mujeres han estado presentes y activas en las luchas, destacándose por su combatividad.  No obstante, en los espacios de liderazgo político-organizativo, son aún relativamente pocas las mujeres cuyo nombre resalta en el continente.  Y es que -como en todas las culturas- las mujeres siguen lidiando con dificultades particulares a la hora de afirmar su liderazgo y lograr el reconocimiento.  Una organización que ha asumido la necesidad de dar respuestas a esta situación es Ecuarunari (la Confederación de los Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador, afiliada a la CONAIE).

La Escuela de Formación de Mujeres Líderes "Dolores Cacuango", de Ecuarunari, se reivindica como una iniciativa innovadora y sui géneris, no solo en el país sino en el continente.  Esta escuela de formación política viene funcionando desde 1997 y hasta fines de este año habrá formado un total de 500 mujeres, para que se desempeñen como dirigentas, protagonistas y promotoras en sus comunidades, pueblos y organizaciones.  A través de una entrevista, la indígena kichwa Blanca Chancoso, coordinadora de la Escuela, -y ella misma una de las líderes más destacadas del movimiento indígena en el continente-, habla de los retos del liderazgo y de la formación de las mujeres.

Repensar el liderazgo

Dentro de la tradición indígena, las mujeres en particular han sido las transmisoras de la cultura, con un rol de educadoras.  Blanca Chancoso lo expresa de esta manera: "Si se compara la familia a un árbol, el tronco es la mujer".  Para la líder indígena, esta condición tiene importantes ventajas, como "la de mantener su idioma, su cultura más intacta, y poder transmitir y heredarla a sus hijos.  Es la garantía para afirmar la identidad", señala.

Al mismo tiempo, ella reconoce que el ser "tronco del árbol" también impone límites.  "Una mujer, cuando se mueve de la casa, de un lugar a otro lugar, se va junto al hombre y los hijos.  Cuando un hombre se va, va solo".  Este hecho hace más difícil que una mujer con familia asuma responsabilidades, como puestos de elección popular o de dirigencia social.

No obstante, esta líder valora sobre todo el aspecto positivo, pues -dice-, si a través de los hombres, que han salido y tenido más posibilidades, se pierde más fácilmente la cultura, en cambio el aporte de las mujeres ha permitido rescatar la base del desarrollo de la cultura de los pueblos indígenas.  Y este hecho se afirma con la juventud: "no para retornar al pasado, sino retomar la cultura, para desarrollarla más y en otros ámbitos, sin que tengamos que ser agredidos como hasta ahora".

Pero para Chancoso, ello no significa que las mujeres deban optar entre tener una familia o afirmar su capacidad de liderazgo.  El problema central es la concepción dominante del liderazgo, que no corresponde a la realidad de las mujeres.  "Acá, en la organización, tratamos de abrir un espacio de discusión familiar, para ver cómo se puede asumir esa responsabilidad, reconociendo el mismo derecho a la mujer como al hombre.  ¿Cómo compartirlo mejor en conjunto, sea en la familia, sea en la comunidad; por ejemplo abrir un espacio donde se puede confiar plenamente el cuidado de los niños".

Si bien reconoce que hay ciertos ámbitos políticos o de participación que exigen una entrega plena, Chancoso considera que otras áreas podrían ser más flexibles;  "pero no hay espacios donde puedas compartir la vida política con la vida maternal.  Todo está hecho desde la visión de los hombres y no de las mujeres.  Por eso se crea una lucha doble cuando una mujer quiere participar en estos procesos", acota.

Según esta líder, en la vida tradicional de las comunidades, había un mayor equilibrio entre hombres y mujeres.  "Era una cultura más agrícola y el núcleo familiar se movía en conjunto.  Entonces había una participación más igualitaria, cumpliendo cada cual sus roles en su espacio".  Pero, "desde que se disgrega la familia, va desapareciendo la comuna también.  Obviamente allí se va perdiendo ese poder de las mujeres.  La situación actual ha cambiado los roles: van cayendo la mayoría de responsabilidades en las mujeres; pero poder, como tal, no".  Un ejemplo son los países donde no se reconoce el derecho de las mujeres de tenencia de la tierra.  Esto ahora está cambiando, lo cual es un logro que las mujeres han ido conquistando.

La clave es la formación

El hecho de que las mujeres indígenas tengan en promedio un menor nivel de escolaridad que los hombres, mayor analfabetismo y menos oportunidades de formación política, es un escollo adicional a enfrentar.  Si bien ellas siempre han estado activas en la organización y en las luchas, junto con los hombres, les ha costado participar al mismo nivel que sus compañeros en los debates y decisiones.  Esto es lo que la Escuela Dolores Cacuango plantea superar.  Su nombre evoca justamente la de una luchadora por la defensa de la tierra, quien fue impulsora de la educación, aún siendo ella misma analfabeta.

La participación en el programa de formación de la Escuela no solo ha significado cualificar la participación de las mujeres en las luchas y en el proceso organizativo, sino además que "vayamos contribuyendo con nuestras propuestas, que participemos en la discusión, no como la acompañante del marido o del papá, sino como miembros activos", destaca Chancoso.  Estas mujeres manifestaron haber ganado en autoestima y perdido el miedo de hablar en público.  Formulan sus propios planteamientos y propuestas.  Algunas de ellas han asumido las dirigencias de las organizaciones provinciales y comunales, otras se han presentado como candidatas en las elecciones, o incluso han asumido como autoridades locales.  Fue notable, además, su participación, el año pasado, en las luchas que lograron parar la negociación del Tratado de Libre Comercio con EE.UU.

Entre los temas que aborda la formación, se incluye la identidad y la afirmación como pueblos y los derechos.  Se habla de la situación política; también del desarrollo y de la economía, desde una visión de solidaridad y comunidad, y del aporte económico de las mujeres indígenas.  Se trata la comunicación y de temas como la sabiduría y la salud.  Y se capacita en aspectos organizativos.

La formación apunta a desarrollar la capacidad propositiva de las mujeres, desde su propia visión y conocimiento.  Por ejemplo, en el ámbito de la soberanía alimentaria, están reflexionando sobre las alternativas a los tratados de libre comercio:  "Cómo alimentar de mejor manera en el marco de ALBA, incluso con contenidos culturales, de identidad propia.  Propuestas que contribuyan a la política económica de los países", vistas desde una perspectiva de asegurar primero la alimentación de su población, evitando el saqueo de sus recursos, pero sin descuidar las relaciones solidarias con otros países.

La situación de las mujeres se aborda en forma transversal: "cada tema es visto desde las mujeres, para las mujeres, pero como pueblo", afirma Chancoso.  Eso sí, de manera más específica se intercambia sobre derechos de las mujeres, para lo cual han visto necesario abrir sesiones mixtas.  "Hemos reflexionado que es con los papas, con los hermanos, con quienes tenemos que cambiar.  Si logramos que nuestros padres, nuestros esposos conozcan y compartan las inquietudes de las mujeres, y las convertimos en un análisis único del pueblo, tendrá mayor fuerza, incluso para plantearlo a nivel más amplio, por ejemplo ante el gobierno.  Si entre mujeres nos encerramos en la discusión, sin ser escuchadas, el esfuerzo va a ser un camino más largo".

De hecho, los logros de la Escuela han sido una motivación dentro de Ecuarunari para impulsar la formación de liderazgos en general.  Hace poco se fundó una Escuela de Jóvenes, de carácter mixto.  Y próximamente la Escuela de Mujeres ofrecerá ciertos cursos mixtos, pero sin abandonar la dinámica propia de las mujeres:  "Necesitamos asegurarnos de poder sentarnos a debatir de igual a igual.  Porque si se abre todo mixto, otra vez van a ser solo los hombres los que hablan".

La coordinadora de la Escuela evoca las experiencias de mujeres en las Américas que sirven de ejemplo.  "Al frente de la Asamblea Constituyente en Bolivia hay una mujer -Silvia Lazarte-, y eso nos da confianza.  Es un estímulo para las mujeres ver que hay una mujer que está asumiendo.  Aquí en Ecuador hay mujeres alcaldesas…  Pero este estímulo tiene que ser complementado abriendo espacios y dándonos el tiempo para formarnos".

https://www.alainet.org/de/node/126223
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren