¿Es que no tienen vergüenza?
04/12/2007
- Opinión
Cada sábado, el presidente de Estados Unidos se dirige en un discurso por radio a la nación. Después de esto, viene la réplica de los demócratas, normalmente pronunciada por un senador o un diputado. El sábado pasado, los demócratas escogieron al Teniente General retirado Ricardo Sánchez para que pronuncie la respuesta, el mismo general que está acusado de autorizar torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes a prisioneros en Irak en al menos tres demandas en Estados Unidos y Europa. Esto, en combinación con el apoyo que los demócratas dieron al Fiscal General Michael Mukasey a pesar de su negativa a calificar como tortura al llamado “submarino” (waterboarding), indica que los demócratas están cada vez más alineados con la política sobre la tortura del presidente Bush.
Sánchez dirigió las operaciones del ejército en Irak desde junio de 2003 hasta junio de 2004. En septiembre de 2003, Sánchez emitió un memorando en el que autorizaba numerosas técnicas, incluyendo “posturas forzadas” y el uso de “perros adiestrados por el ejército” para explotar el “miedo de los árabes a los perros” durante los interrogatorios. Sánchez estaba al mando del ejército cuando ocurrieron los abusos en la prisión de Abu Ghraib.
La Brigadier General Janis Karpinski, que dirigió Abu Ghraib durante ese período, trabajó bajo las órdenes del General Sánchez. Fue degradada a coronel, y fue la única oficial militar en ser castigada. Janis Karpinksi me contó acerca de otra práctica ilegal, la de mantener a prisioneros como "presos fantasma", según se los llama: “Se nos ordenó en distintas ocasiones desde el Pentágono, directamente de parte del Secretario Rumsfeld, a través de la General Barbara Fast o el General Sánchez, que mantuviéramos prisioneros sin asignarles un número de prisionero o incluirlos en la base de datos, y eso va contra la Convención de Ginebra. Todos sabíamos que era contrario a la Convención de Ginebra”. También me contó que además de mantener detenidos a prisioneros no incluidos en la base de datos hubo otros abusos, como subir la temperatura en la prisión hasta los 50 ó 60 grados centígrados (120 ó 140 grados Fahrenheit), la deshidratación y la orden del General Geoffrey Miller de tratar a los prisioneros “como perros”.
Y no se limita sólo al trato de los prisioneros. En 2006, Karpinski testificó en un simulacro de juicio llamado Comisión de Crímenes de Bush (Bush Crimes Commission). Reveló que varias soldados estadounidenses habían muerto por deshidratación al negarse a tomar agua. Las soldados tenían miedo de salir de noche a las letrinas para orinar, por temor a ser violadas por sus compañeros soldados: “Las mujeres, temerosas de levantarse de noche para ir a los baños químicos o a las letrinas, no bebían líquidos después de las 3:00 ó 4:00 de la tarde. Y con un calor de 50 grados o más, ya que no había aire acondicionado en la mayor parte de las instalaciones, morían por deshidratación mientras dormían. Lo que [el subcomandante general de Sánchez, Walter Wojdakowski] dijo al cirujano fue que, ‘No incluya esos detalles en adelante. Y específicamente no mencione que son mujeres. Puede incluir estos detalles en un informe escrito, pero no lo comente abiertamente de ahora en adelante’”. Karpinski dijo que Sánchez estuvo presente en esa reunión.
El ex interrogador del ejército Tony Lagouranis, autor de “Fear Up Harsh”, describió el uso de los perros: “Usábamos perros en el centro de detención de Mosul, que estaba en el aeropuerto de Mosul. Poníamos al prisionero en un container. Lo manteníamos despierto toda la noche con música y luces destellantes, en posturas forzadas, y entonces hacíamos entrar a los perros. El prisionero tenía los ojos vendados, así que realmente no entendía qué estaba pasando, pero nosotros teníamos al perro bajo control. El perro ladraba y saltaba sobre el prisionero, y el preso no llegaba a entender lo que pasaba”.
Reed Brody, de Human Rights Watch , dio más detalles sobre Sánchez: “Durante esos tres meses de caos que tuvieron lugar delante de sus narices, nunca intervino. Más bien, engañó al Congreso sobre aquello. Se le preguntó dos veces durante una audiencia del Congreso si en alguna ocasión había aprobado el uso de perros guardianes. Esto ocurrió antes de que se hiciera público el memorando. Y en ambas ocasiones afirmó que nunca había aprobado tal medida. Finalmente conseguimos el memorando, en el que él aprueba, textualmente, ‘explotar el miedo que los árabes les tienen a los perros’”. Brody desestimó el informe militar que absuelve a Sánchez de todo acto ilícito: “Simplemente no es creíble que el ejército siga investigándose a sí mismo y que no deje de declararse inocente”.
No se trata de política partidaria. Se trata del rumbo moral del país. Los demócratas pueden estar celebrando que un general retirado se haya vuelto contra su comandante en jefe. Pero el público debería pensar esto con mucha cautela.
Los demócratas tuvieron la oportunidad de sentar un precedente, de exigir irrevocablemente a Mukasey que condene la técnica del submarino antes de su ascenso a Fiscal General. Y ahora han escogido como su portavoz a un general desacreditado, vinculado con los más atroces abusos en Irak. El gobierno de Bush descartó conceder un ascenso a Sánchez, por la preocupación de que se reavivara el escándalo de Abú Ghraib durante el año electoral de 2006. Ahora son los demócratas los que lo han resucitado. ¿Es que no tienen vergüenza?
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Publicado originalmente en inglés el 27 de noviembre de 2007
- Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! www.democracynow.org, noticiero internacional diario emitido por más de 650 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.
Sánchez dirigió las operaciones del ejército en Irak desde junio de 2003 hasta junio de 2004. En septiembre de 2003, Sánchez emitió un memorando en el que autorizaba numerosas técnicas, incluyendo “posturas forzadas” y el uso de “perros adiestrados por el ejército” para explotar el “miedo de los árabes a los perros” durante los interrogatorios. Sánchez estaba al mando del ejército cuando ocurrieron los abusos en la prisión de Abu Ghraib.
La Brigadier General Janis Karpinski, que dirigió Abu Ghraib durante ese período, trabajó bajo las órdenes del General Sánchez. Fue degradada a coronel, y fue la única oficial militar en ser castigada. Janis Karpinksi me contó acerca de otra práctica ilegal, la de mantener a prisioneros como "presos fantasma", según se los llama: “Se nos ordenó en distintas ocasiones desde el Pentágono, directamente de parte del Secretario Rumsfeld, a través de la General Barbara Fast o el General Sánchez, que mantuviéramos prisioneros sin asignarles un número de prisionero o incluirlos en la base de datos, y eso va contra la Convención de Ginebra. Todos sabíamos que era contrario a la Convención de Ginebra”. También me contó que además de mantener detenidos a prisioneros no incluidos en la base de datos hubo otros abusos, como subir la temperatura en la prisión hasta los 50 ó 60 grados centígrados (120 ó 140 grados Fahrenheit), la deshidratación y la orden del General Geoffrey Miller de tratar a los prisioneros “como perros”.
Y no se limita sólo al trato de los prisioneros. En 2006, Karpinski testificó en un simulacro de juicio llamado Comisión de Crímenes de Bush (Bush Crimes Commission). Reveló que varias soldados estadounidenses habían muerto por deshidratación al negarse a tomar agua. Las soldados tenían miedo de salir de noche a las letrinas para orinar, por temor a ser violadas por sus compañeros soldados: “Las mujeres, temerosas de levantarse de noche para ir a los baños químicos o a las letrinas, no bebían líquidos después de las 3:00 ó 4:00 de la tarde. Y con un calor de 50 grados o más, ya que no había aire acondicionado en la mayor parte de las instalaciones, morían por deshidratación mientras dormían. Lo que [el subcomandante general de Sánchez, Walter Wojdakowski] dijo al cirujano fue que, ‘No incluya esos detalles en adelante. Y específicamente no mencione que son mujeres. Puede incluir estos detalles en un informe escrito, pero no lo comente abiertamente de ahora en adelante’”. Karpinski dijo que Sánchez estuvo presente en esa reunión.
El ex interrogador del ejército Tony Lagouranis, autor de “Fear Up Harsh”, describió el uso de los perros: “Usábamos perros en el centro de detención de Mosul, que estaba en el aeropuerto de Mosul. Poníamos al prisionero en un container. Lo manteníamos despierto toda la noche con música y luces destellantes, en posturas forzadas, y entonces hacíamos entrar a los perros. El prisionero tenía los ojos vendados, así que realmente no entendía qué estaba pasando, pero nosotros teníamos al perro bajo control. El perro ladraba y saltaba sobre el prisionero, y el preso no llegaba a entender lo que pasaba”.
Reed Brody, de Human Rights Watch , dio más detalles sobre Sánchez: “Durante esos tres meses de caos que tuvieron lugar delante de sus narices, nunca intervino. Más bien, engañó al Congreso sobre aquello. Se le preguntó dos veces durante una audiencia del Congreso si en alguna ocasión había aprobado el uso de perros guardianes. Esto ocurrió antes de que se hiciera público el memorando. Y en ambas ocasiones afirmó que nunca había aprobado tal medida. Finalmente conseguimos el memorando, en el que él aprueba, textualmente, ‘explotar el miedo que los árabes les tienen a los perros’”. Brody desestimó el informe militar que absuelve a Sánchez de todo acto ilícito: “Simplemente no es creíble que el ejército siga investigándose a sí mismo y que no deje de declararse inocente”.
No se trata de política partidaria. Se trata del rumbo moral del país. Los demócratas pueden estar celebrando que un general retirado se haya vuelto contra su comandante en jefe. Pero el público debería pensar esto con mucha cautela.
Los demócratas tuvieron la oportunidad de sentar un precedente, de exigir irrevocablemente a Mukasey que condene la técnica del submarino antes de su ascenso a Fiscal General. Y ahora han escogido como su portavoz a un general desacreditado, vinculado con los más atroces abusos en Irak. El gobierno de Bush descartó conceder un ascenso a Sánchez, por la preocupación de que se reavivara el escándalo de Abú Ghraib durante el año electoral de 2006. Ahora son los demócratas los que lo han resucitado. ¿Es que no tienen vergüenza?
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Publicado originalmente en inglés el 27 de noviembre de 2007
- Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! www.democracynow.org, noticiero internacional diario emitido por más de 650 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.
https://www.alainet.org/de/node/124589?language=es
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