Libertad de prensa, qué maravilla
27/05/2007
- Opinión
Por lo que dicen los medios peruanos sobre Venezuela, debemos concluir que aquí tenemos una libertad de prensa de la patada, de esas por las cuales hay que pelear y si es necesario morir. O sea, que si le quieren cobrar sus deudas a Genaro Delgado Parker o si le retiran la administración judicial “provisional”, que le permite controlar un canal del que hace tiempo no es propietario, y en el que hace lo que le da la gana, deberíamos marchar en las calles, llorar ante cámaras, traer a la SIP (a la CIDH no, porque ya una vez fue estafada por Genaro, que se presentó como víctima del despojo fujimorista, cuando era uno de los asiduos de la salita de reuniones de Montesinos). Y gritar muy fuerte por la libertad de prensa, que también encarnan Jessica Tapia, Álamo Pérez Luna y otros.
Y si a Ivcher no le siguen dando indemnizaciones por haber luchado por la democracia a partir de 1997, cuando se peleó con Fujimori y Montesinos (en el 92, apoyó el autogolpe y el 95, la primera reelección) y le recuerdan que al igual que Genaro, se deshizo de Hildebrandt en circunstancias que era peligroso mantenerlo en el aire; o si alguien se acuerda que ATV no ha resuelto su situación legal y sus dueños permanecen fugados; y si finalmente se esclarece que ni “El Comercio”, ni “La República”, han puesto un cobre para quedarse con América TV, y que tampoco pagan deudas; también tendríamos que sacar la cara por ellos, porque encarnan esa libertad maravillosa de la que gozamos y que componen Chichi Valenzuela, Rosa María Palacios, Althaus, Bayli, Magali, y otros que encarnan todo lo que el país piensa.
Veamos un caso: en estos días venimos aprendiendo gracias a los grandes medios que comerciante e invasor son palabras casi sinónimas; que, como en Irak, Santa Anita estaba llena de armas; que la ley se cumple sin dudas ni murmuraciones (pero el Alcalde de Lima es uno que no cumple la ley, ya que se niega a reponer a los trabajadores municipales sobre los que existe fallo definitivo para que vuelvan a sus puestos de trabajo); que no separarse de los hijos es usarlos como escudo humano; etc. Claro que la prensa se pregunta todavía, porqué los vendedores no querían hablar con ellos y los alejaban tirándoles piedras y otros objetos.
Algo parecido puede decirse de los jubilados de la ley 20530, de los cocaleros, de la población de Ancash que participó del paro de abril, de los comuneros de Majaz y Cajamarca enfrentados a las mineras, de los arequipeños opuestos a las privatizaciones, etc. Todos ellos deben tener un concepto especial de la libertad de prensa. Imagino lo que habrá sentido Humala del balance de Aldo M. sobre el papel de los medios en las elecciones del 2006, donde dice que vacunaron a la población contra el virus que representaba el populismo-fascismo-chavismo-izquierdismo del comandante nacionalista. Es decir para salvar la libertad de nuevos Chávez que pudieran aparecer por estas tierras, nos conculcaron la libertad de elegir a quién nos parezca, como la de tener la información adecuada de asuntos importantes de la vida nacional.
La televisora venezolana a la que el gobierno de Chávez le negó la renovación de la licencia, ateniéndose estrictamente a la ley de ese país, tiene una trayectoria parecida a la de sus pares peruanos y de otras partes del continente. Una de sus hazañas es haberse jugado al golpe del 2002, que pudo haber concluido en el asesinato del presidente, elegido democráticamente. Que Chávez se valga de una ley y no meramente de la fuerza, como ha sido en otras experiencias, es un elemento significativo de la crisis venezolana. Aquí, por supuesto, la ley no tiene que cumplirse de manera estricta; ya que, según palabras del observador de la SIP, habría un derecho superior, que sería garantizar la voz de un sector político, que dicho sea de paso tiene otras cuatro estaciones de televisión, a pesar de ser clara minoría en el país. La idea básica es que el poder oligárquico de los medios forjado en una historia de regímenes reaccionarios no puede alterarse, ni siquiera, cuando la ley lo hace posible. Ellos son y siempre serán la libertad de prensa.
Pensar que los medios pueden ser más democráticos, plurales, abiertos, cercanos a las demandas populares, es algo que jamás se han planteado los grandes medios de comunicación. Pero cuando los tocan –aunque sea en cabeza de sus pares venezolanos-, chillan hasta el cielo, como lo hicieron los banqueros en 1987, haciendo creer que la defensa de su propiedad y de su capacidad de manejar la información, es interés de todos nosotros. Y hay algunos que les siguen el juego.
Y si a Ivcher no le siguen dando indemnizaciones por haber luchado por la democracia a partir de 1997, cuando se peleó con Fujimori y Montesinos (en el 92, apoyó el autogolpe y el 95, la primera reelección) y le recuerdan que al igual que Genaro, se deshizo de Hildebrandt en circunstancias que era peligroso mantenerlo en el aire; o si alguien se acuerda que ATV no ha resuelto su situación legal y sus dueños permanecen fugados; y si finalmente se esclarece que ni “El Comercio”, ni “La República”, han puesto un cobre para quedarse con América TV, y que tampoco pagan deudas; también tendríamos que sacar la cara por ellos, porque encarnan esa libertad maravillosa de la que gozamos y que componen Chichi Valenzuela, Rosa María Palacios, Althaus, Bayli, Magali, y otros que encarnan todo lo que el país piensa.
Veamos un caso: en estos días venimos aprendiendo gracias a los grandes medios que comerciante e invasor son palabras casi sinónimas; que, como en Irak, Santa Anita estaba llena de armas; que la ley se cumple sin dudas ni murmuraciones (pero el Alcalde de Lima es uno que no cumple la ley, ya que se niega a reponer a los trabajadores municipales sobre los que existe fallo definitivo para que vuelvan a sus puestos de trabajo); que no separarse de los hijos es usarlos como escudo humano; etc. Claro que la prensa se pregunta todavía, porqué los vendedores no querían hablar con ellos y los alejaban tirándoles piedras y otros objetos.
Algo parecido puede decirse de los jubilados de la ley 20530, de los cocaleros, de la población de Ancash que participó del paro de abril, de los comuneros de Majaz y Cajamarca enfrentados a las mineras, de los arequipeños opuestos a las privatizaciones, etc. Todos ellos deben tener un concepto especial de la libertad de prensa. Imagino lo que habrá sentido Humala del balance de Aldo M. sobre el papel de los medios en las elecciones del 2006, donde dice que vacunaron a la población contra el virus que representaba el populismo-fascismo-chavismo-izquierdismo del comandante nacionalista. Es decir para salvar la libertad de nuevos Chávez que pudieran aparecer por estas tierras, nos conculcaron la libertad de elegir a quién nos parezca, como la de tener la información adecuada de asuntos importantes de la vida nacional.
La televisora venezolana a la que el gobierno de Chávez le negó la renovación de la licencia, ateniéndose estrictamente a la ley de ese país, tiene una trayectoria parecida a la de sus pares peruanos y de otras partes del continente. Una de sus hazañas es haberse jugado al golpe del 2002, que pudo haber concluido en el asesinato del presidente, elegido democráticamente. Que Chávez se valga de una ley y no meramente de la fuerza, como ha sido en otras experiencias, es un elemento significativo de la crisis venezolana. Aquí, por supuesto, la ley no tiene que cumplirse de manera estricta; ya que, según palabras del observador de la SIP, habría un derecho superior, que sería garantizar la voz de un sector político, que dicho sea de paso tiene otras cuatro estaciones de televisión, a pesar de ser clara minoría en el país. La idea básica es que el poder oligárquico de los medios forjado en una historia de regímenes reaccionarios no puede alterarse, ni siquiera, cuando la ley lo hace posible. Ellos son y siempre serán la libertad de prensa.
Pensar que los medios pueden ser más democráticos, plurales, abiertos, cercanos a las demandas populares, es algo que jamás se han planteado los grandes medios de comunicación. Pero cuando los tocan –aunque sea en cabeza de sus pares venezolanos-, chillan hasta el cielo, como lo hicieron los banqueros en 1987, haciendo creer que la defensa de su propiedad y de su capacidad de manejar la información, es interés de todos nosotros. Y hay algunos que les siguen el juego.
- Raúl Wiener es analista político y económico peruano.
https://www.alainet.org/de/node/121400?language=es
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