Una campaña por el cierre de la ex - Escuela de las Américas

26/09/2006
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En el curso del último año, al menos cuatro países de Sudamérica han dado a conocer que eliminarán o reducirán el ingreso de sus militares a estudiar en el Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental, antes conocido como Escuela de las Américas (WHINSEC y SOA, respectivamente, por sus siglas en inglés), de triste celebridad, con sede en Fort Benning, EE.UU. Otros países lo están considerando.

La decisión es significativa, considerando que hasta entrados los años 90, la Escuela de las Américas representaba uno de los símbolos más siniestros de la presencia militar estadounidense en América Latina y el Caribe, y de su respaldo a una serie de regímenes dictatoriales y represivos. Hoy, -no obstante los cambios cosméticos de nombre y de vocación-, no cabe duda que la WHINSEC sigue siendo un instrumento de la política militar y los intereses económicos del vecino del norte hacia la región.

Hace unos 15 años, inició una campaña en EE.UU. para forzar el cierre de la SOA. Esta campaña se ha vinculado últimamente con iniciativas similares en América Latina, y está aprovechando el contexto de gobiernos con una postura más autónoma frente a Washington para motivar el retiro de las tropas del ahora WHINSEC. Esta campaña ha sido gravitante para que Venezuela retire sus alumnos del Instituto; Argentina y Uruguay han decidido no enviar nuevos alumnos, y Bolivia prometa reducir considerablemente su contingente, actualmente uno de los más grandes de la región.

“Escuela de Asesinos”


La Escuela de las Américas fue fundada en Panamá en 1946, supuestamente para “traer la estabilidad a América Latina”. En 1984 fue presionada a salir de Panamá, (donde la prensa la había bautizado de “Escuela de Asesinos”), y se instaló en Fort Benning, Georgia, en un recinto del Comando Sur, del cual depende. En 2001, cambió su nombre a Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC, por sus siglas en inglés). Durante estos 60 años de historia, la SOA/WHINSEC ha entrenado a más de 64.000 militares latinoamericanos en destrezas de combate como tácticas de comando, campos minados, inteligencia militar, tácticas de interrogación y operaciones psicológicas.

En 1996, a pesar del secreto que siempre ha rodeado sus operaciones, el Pentágono fue obligado por el Congreso estadounidense (mediante la Ley de Libertad de Información) a reconocer la existencia de un manual de entrenamiento usado en la SOA, que enseñaba técnicas de tortura, ejecuciones y chantajes. Los métodos descritos corresponden a las prácticas denunciadas bajo muchos regímenes dictatoriales en América Latina, particularmente en los años 80; pero además, son muy similares a aquellas reveladas recientemente en la prisión de Abu Ghraib, contra iraquíes, a manos de militares estadounidenses. Hecho que deja constatar que no se trata de aberraciones pasajeras.

En aquella época, la SOA anunció que había abandonado el uso del mencionado manual. No obstante, “la estrategia que personifica persiste”, según SOA Watch, el cual denuncia que “El propósito de la SOA siempre ha sido controlar las economías y gobiernos de Latinoamérica a través de la ayuda e influencia de los militares de allá. La misión del Comando Sur de EE.UU. incluye la ‘protección de abastecimientos de recursos naturales estratégicos y el acceso a los mercados’. La protección de estos intereses norteamericanos en Latinoamérica ha creado un clima favorable para los negocios de las corporaciones estadounidenses, con salarios ínfimos, bajos estándares para el medioambiente y sindicatos débiles o no existentes”. (Voces en Solidaridad, SOAW, 2006).

Numerosos informes de organismos de derechos humanos han ligado a los graduados de la SOA con violaciones a los derechos humanos y con la represión contra organizaciones y activistas sociales en Latinoamérica. SOA Watch ha constatado que los países con los peores historiales en derechos humanos son justamente aquellos que regularmente han enviado la mayor cantidad de soldados a entrenarse en la SOA.

Los ejemplos abundan, pero para citar algunos:
· Varios de los dictadores más sangrientos de la región se graduaron de la SOA: Fernando Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt, acusados de genocidio en Guatemala; el general Hugo Bánzer de Bolivia; y Roberto Viola y Leopoldo Galtieri, que figuran entre los principales responsables de la guerra sucia en Argentina, entre otros.

· El Reporte de la Comisión de la Verdad de la ONU sobre El Salvador, publicado en 1993, nombró a los oficiales responsables por las peores atrocidades cometidas durante la guerra civil que resultó en la muerte de 75.000 personas, la mayoría civiles. Más de dos tercios de los oficiales nombrados recibieron entrenamiento en la SOA. Sus crímenes incluyen una seria de masacres, particularmente la de El Mozote (con más de 900 muertos, 1980), y la de Lago Suchitlán (117 muertos, 1983); los asesinatos del Arzobispo Oscar Romero (1980), de las cuatro religiosas norteamericanas (el mismo año), y de los seis jesuitas y sus dos colaboradoras en la Universidad Centroamericana (1989).

· Colombia ha enviado más tropas a la SOA que cualquier otro país de Latinoamérica -más de 12.000-. El reporte sobre derechos humanos de 1993 sobre Terrorismo de Estado en Colombia cita a 247 oficiales colombianos por violaciones a los derechos humanos, más de la mitad de ellos graduados de la SOA.

Un movimiento de base en EE.UU.

Desde hace más de 15 años, viene creciendo un movimiento popular de oposición, en EE.UU., a la existencia de la Escuela. Este movimiento ha sido impulsado particularmente por el Observatorio de la Escuela de las Américas (SOA-Watch), de EE.UU. Cada mes de noviembre, desde 1990, se realiza una movilización delante de las puertas de Fort Benning, que comenzó con algunos centenares de manifestantes, y el año pasado alcanzó más de 19.000, provenientes de todo el país.

Según el fundador de SOA Watch, el padre Roy Bourgeois, se trata de un movimiento “muy de la base y muy diverso”. Estudiantes, músicos, veteranos militares, gente de iglesia, pacifistas, sindicalistas, jubilados, familias con niños; gente de nacionalidad estadounidense, latinoamericana o canadiense, participan en la protesta anual. “Nuestra meta es la cierre de la escuela; pero también el recambio de la política estadounidense en América Latina, que vemos que tiene sus raíces en el interés propio, la avaricia y el militarismo”, afirmó este ex-veterano de la guerra de Vietnam, en entrevista con ALAI. En repetidas ocasiones, manifestantes han sido tomados presos y enjuiciados, por realizar -a propósito- la protesta pacífica dentro de la zona restringida de Fort Benning. Más de 200 han sido encarcelados, y el propio Bourgeois ha pasado en total más de cuatro años en las cárceles federales por este motivo. Les consta que cada condena motiva la adhesión de nuevos simpatizantes.

La próxima movilización, convocada para el 18-19 de noviembre 2006, adquirirá un carácter más internacional. Manifestaciones simultáneas se realizarán en Manta, Ecuador; en San Salvador, El Salvador; en Asunción, Paraguay; en Colombia, y en Georgia, con el mismo llamado por un mundo librado del militarismo y de la SOA/WHINSEC.

El Observatorio trabaja también hacia el Congreso de su país, sensibilizando a los congresistas sobre la SOA/WHINSEC, su historia tenebrosa y el malgasto anual de más de 20 millones de dólares de fondos de los contribuyentes para llevar a militares latinoamericanos a entrenar en la escuela. El lobby ha tenido cierto éxito: en varias oportunidades se ha presentado una moción en el Congreso para el recorte del financiamiento a la SOA, que si bien no se ha aprobado aún, cada vez logra un mayor número de votos favorables. SOA Watch se dedica también a educar al público y a la prensa sobre la escuela y la política estadounidense hacia América Latina. “Encontramos que el mayor adversario en EE.UU. es la ignorancia”, lamentó Bourgeois. Los norteamericanos “sabemos tan poco sobre la política exterior; sobre el Medio Oriente y lo que estamos haciendo allí; cómo nos ven, qué piensan quienes padecen nuestras políticas”. Pero cuando la gente se entera -dice- muchos se sienten indignados.

La democracia no se instaura con fusiles

Los actuales responsables del WHINSEC afirman que éste ha reformado sus prácticas y ahora su misión es enseñar la democracia. Bourgeois es enfático en rechazar esta pretensión: “Muchos integrantes de nuestro movimiento hemos sido militares. Y sabemos una cosa: que las fuerzas armadas no son una institución democrática. Esta es una escuela de combate. No puedes aprender la democracia en las fuerzas armadas, ni puedes traer la democracia desde la mira de un fusil. Esta escuela está diseñada para mantener a los militares incrustados en el poder”, enfatiza.

En cuanto a si es cierto que la SOA/WHINSEC ya no enseña tortura, Bourgeois se muestra escéptico. “Dicen que no, pero nos han mentido tantas veces antes”, afirma. “Mentiras que luego se mostraron falsas”. Pero más que eso lo que le indigna es la arrogancia: “Dijeron ‘hemos retirado los manuales’ (como si se tratara de autos defectuosas), sin ninguna disculpa a las víctimas de tortura y sus familias. Cambiaron el nombre y dijeron que ‘estamos dejando el pasado atrás; abrimos un nuevo capítulo en las relaciones entre EEUU y América Latina’, sin ningún reconocimiento de haber hecho algo mal, de los crímenes contra la humanidad. Los pueblos de América Latina preguntan: ‘¿quienes son Uds para decir que el pasado queda atrás?’ Debe haber juicios para que se haga justicia. Pero no quieren considerarlo. No asumen ninguna responsabilidad por lo que los alumnos hayan hecho una vez de regreso a sus países”.

Un nuevo tema de preocupación es que se está extendiendo el entrenamiento a la policía, justo en momentos en que los recientes casos de tortura y desapariciones en América Latina involucran más a la policía que a los propios militares. “Ahora la amenaza que utilizan es la seguridad ciudadana, -comenta Sullivan- con lo cual se justifica lo que está haciendo la policía. En Venezuela, hay toda una estrategia contra Chávez, a través de la propaganda de los medios de comunicación, sobre la delincuencia, a pesar de que las estadísticas son mejores. Se atiza el miedo para justificar los abusos de la policía”.

Luego de una primera gestión fructífera, en Venezuela, este año SOA-Watch ha realizado giras por otros seis países de la región. En cada país, la delegación intercambió puntos de vista con grupos de derechos humanos, organizaciones sociales y representantes gubernamentales, con el planteamiento de que retiren sus tropas del Instituto. La delegación se sorprendió de la buena recepción que ha tenido la propuesta, a pesar de que varios gobiernos tenían poco presente que sus soldados se seguían entrenando en el WHINSEC.

Primero visitaron Bolivia, Uruguay y Argentina, que fue gravitante en la decisión tomada por estos países. Lisa Sullivan, miembra de la delegación, comentó que “en Uruguay y Argentina no fue difícil pedir a las ministras de defensa que retiren sus tropas, porque ya estaban viendo que este tipo de relación con los militares de EE.UU., que no les permitió su propia dignidad y soberanía, era una cosa del pasado, que no era apropiado para la nueva situación en América Latina”.

En agosto, visitaron Ecuador, Perú y Chile. En el primero, hablaron entre otros con candidatos en la actual contienda presidencial. Por lo menos uno de los más opcionados, León Roldos, apoyó la idea de retirar a las tropas ecuatorianas del Instituto. En Chile, la Ministra de Defensa aceptó “sugerir” al ejército que deje de enviar oficiales y tropas a Fort Benning, y el congresista Tucapel Jiménez prometió introducir un proyecto de Ley en ese sentido. El flamante primer ministro de Perú, Jorge Del Castillo, se sorprendió al enterarse que sus fuerzas armadas continuaban enviando tropas al Instituto y se comprometió a estudiar el tema. En abril próximo, SOA Watch planea seguir su periplo hacia Centroamérica, Colombia, México y República Dominicana.
https://www.alainet.org/de/node/121180
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