Relaciones con Estados Unidos serán aún más tirantes
11/01/2007
- Opinión
Chávez comenzó tercer mandato con plan más antiimperialista y habrá reacciones de EE UU
Nadie podrá decirle que no avisó. A lo largo de todo 2006 el presidente venezolano dijo que su gobierno ponía proa a un socialismo bolivariano y del siglo XXI. Ayer, al jurar su tercer mandato, reiteró ese proyecto político y varias medidas de nacionalización.
La cota de votos fue subiendo: 56 por ciento en 1998, 59 por ciento en 2000 y 63 por ciento en 2006. Así fue ganando Hugo Chávez las tres elecciones presidenciales consecutivas que lo llevaron al Palacio de Miraflores, de donde sólo salió por 47 horas en el frustrado golpe de Estado proestadounidense de abril de 2002. ¿Cómo se sostiene entonces el aserto de que el poder desgasta y el poder absoluto desgasta absolutamente? Aquellos guarismos más bien indican que un presidente puede tener aún más adhesiones a lo largo del tiempo si es que interpreta las necesidades de su gente, las convierte en realizaciones a muchas de éstas y se presta a la compulsa democrática según las leyes del país.
Por supuesto que hay otra cosa que explica el progreso de Chávez en la consideración de la mayoría de los venezolanos. Es simultáneamente quien fulminó la decadente y corrupta IV República de socialdemócratas y socialcristianos, y concitó el mayor odio de la Casa Blanca en toda la región. Sólo Fidel Castro puede disputarle ese lugar de privilegio en las campañas de la superpotencia por deshacerse de alguien, que por lo general termina con la proyección de la víctima a categoría de personaje amado por las mayorías latinoamericanas.
Sea como fuere, el fornido mulato nacido en Sabaneta, estado de Barinas, en un hogar humilde y de padres maestros, que osciló entre la carrera militar y el béisbol profesional como aspiraciones personales y terminó ingresando en la política (una quedó trunca por la baja y la otra por lesiones y la edad), estará en la presidencia entre 2007 y 2013. Si lo dejan, para parafrasear a Luis Miguel, teniendo en cuenta que cinco años atrás lo desalojaron dos días del poder y estuvieron a punto de fusilarlo en cinco lugares alternativos de detención donde fue llevado por los militares amigos del Comando Sud norteamericano.
Y es una buena noticia para los pueblos al sur del río Bravo. Es que el denostado Chávez, cuya eliminación a tiros fue pedida por los opositores desde programas de la TV de Miami, ha sido un gobernante solícito para mejorar las condiciones materiales y espirituales de su pueblo. Y también, listo a unir fuerzas con gobiernos progresistas del continente y del mundo, en contra de los dictados del imperio, a favor de la paz internacional y de quienes están sufriendo mucho, como los palestinos, libaneses e iraquíes.
Según sus declaraciones del 8 de enero, que anticiparon el discurso de asunción de ayer, el período 1998-2006 fue de “transición” y de creación de una base para acometer la nueva etapa socialista. Esta fue definida como “profundización de la revolución bolivariana hacia un socialismo del siglo XXI”.
Estados Unidos en contra
Bastó aquella enunciación para que la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro salieran con una postura antagónica. ¿Por qué tanta celeridad si la definición de “socialismo bolivariano” todavía no resulta clara para muchos detractores de Chávez y aún algunos de sus seguidores piden precisiones?
La respuesta es sencilla. En Washington han tomado nota del curso seguido por el venezolano y saben que en los últimos ocho años vino radicalizándose, sobre todo luego del fracasado putsch de 2002. Por eso la luz del tablero en USA se prendió en rojo.
En su comunicación del lunes con el programa “Contragolpe”, el presidente anticipó que las privatizaciones efectuadas por los gobiernos anteriores dejarían su lugar a nacionalizaciones. Y en particular se refirió a tres rubros estratégicos: los teléfonos, la electricidad y la riqueza petrolera de la faja del Orinoco. El ministro del Interior de Argentina salió presto a aclarar que Néstor Kirchner no cambiará su política económica, para seguridad de los inversores.
En cuanto al primer rubro, se nacionalizará CANTV, la empresa privada más importante de Venezuela, privatizada en 1991 y controlada por la estadounidense Verizon. En el segundo sector, sucederá otro tanto con la eléctrica EDC, en manos de la estadounidense AES Corp. En el tercero, los consorcios que ahora se llevan la parte del león del Orinoco tendrán que ceder el porcentaje mayoritario a la estatal PDVSA. Esta última disposición lastima la rentabilidad de las norteamericanas Exxon Mobil, Chevron Texaco y Conoco Phillips; la británica BP, la francesa Total y la noruega Statoil.
Por eso la reacción inmediata de la administración Bush, conocedora de que sus multinacionales sufrirán un severo golpe en Caracas. Con su habitual cinismo, los voceros del texano declararon que el anuncio de las nacionalizaciones suponía “un día triste para los venezolanos”. Todo lo contrario. En todo caso habrá sido triste para los empresarios norteamericanos.
A los tres rubros mencionados cabe agregar –sobre todo por el voltaje político de la medida, que tuvo consecuencias de esta índole-, la decisión chavista de no renovar la licencia al canal Radio Caracas Televisión (RCTV). El mandatario y el ministro de Comunicación e Información, William Lara, fundamentaron el fin de la concesión, cuando venza el 27 de mayo próximo, en el rol golpista jugado en 2002. En su discurso de asunción, Chávez también criticó el bajo nivel de la misma, la perturbación mental de niños y niñas, la apología de la violencia y el consumismo, etc.
La licencia será entregada a alguna cooperativa o a entidades sociales, lo que motivó la injerencia de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, en los asuntos internos venezolanos. El chileno cuestionó una medida soberana, lo que se explica en que el principal directivo de RCTV es Marcel Granier, del grupo mediático 1BC y a la vez influyente miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Una pelea violenta
En marzo de 2006, en la reunión de la SIP en Quito, Granier fogoneó una resolución adversa a Venezuela, sindicada con Cuba como la peor enemiga de la libertad de prensa según la entidad de sintonía fina con la OEA y autoridades estadounidenses.
Que Granier se quede sin emisora también fue motivo para que la Conferencia Episcopal asegurara que “la democracia sufriría al empezar a cerrarse medios de comunicación”. Como quedó aclarado, no habrá ningún cierre sino un traspaso de la licencia a favor de cooperativas. La jerarquía eclesiástica resiste, alineada con RCTV y otras cadenas golpistas de 2002 como Globovisión, Venevisión, etc. A los hombres de sotana presididos por monseñor Ubaldo Santana tampoco les gustó que Chávez presentara a Cristo como el más grande socialista de la historia.
La sola enunciación de la controversia con los propietarios de medios de comunicación, la cúpula de la Iglesia y, sobre todo con el poder imperial, indica que todas las contradicciones se van a agudizar. Desde la derrota de la oposición en el plebiscito de agosto de 2004 el país había vivido una cierta calma, en comparación con los cuatro años anteriores, tormentosos. Pero los planes chavistas, de profundizar su gestión antiimperialista, permite avizorar que se viene otro tiempo de confrontación.
A la oposición oligárquica le molestaba sobremanera el estilo del jefe de Estado, sus compromisos con Cuba, la inversión de parte de la renta petrolera en las “misiones” con las que 1,5 millón de personas han sido alfabetizadas, 15 millones reciben alimentos subsidiados y se han aplicado 30 millones de vacunas para prevenir enfermedades.
Pero si encima el presidente los va a desapoderar de recursos económicos claves y piensa ser arquitecto de una sociedad igualitaria, entonces no hace falta la bola de cristal para anticipar que esa derecha elitista se va a orientar hacia otro golpe de Estado. El socio mayor de la operación está cantado: el Departamento de Estado, la CIA, el Pentágono y las multis.
Chávez necesitaba un equipo de refresco, por eso cambió buena parte de los 27 ministerios, dejando entre otros a los leales Raúl Baduel en Defensa, Rafael Ramírez en Energía y Petróleo, y a Nicolás Maduro en la cancillería. A los nuevos y a los viejos pidió que atiendan la oficina de lunes a miércoles, y que de jueves a domingo vayan a visitar a la gente y conocer sus problemas. Aún cuando el “socialismo siglo XXI” fuera sólo eso, ya valdría la pena verlo andar en Latinoamérica, donde –salvo en Cuba- abundan las prácticas opuestas.
Nadie podrá decirle que no avisó. A lo largo de todo 2006 el presidente venezolano dijo que su gobierno ponía proa a un socialismo bolivariano y del siglo XXI. Ayer, al jurar su tercer mandato, reiteró ese proyecto político y varias medidas de nacionalización.
La cota de votos fue subiendo: 56 por ciento en 1998, 59 por ciento en 2000 y 63 por ciento en 2006. Así fue ganando Hugo Chávez las tres elecciones presidenciales consecutivas que lo llevaron al Palacio de Miraflores, de donde sólo salió por 47 horas en el frustrado golpe de Estado proestadounidense de abril de 2002. ¿Cómo se sostiene entonces el aserto de que el poder desgasta y el poder absoluto desgasta absolutamente? Aquellos guarismos más bien indican que un presidente puede tener aún más adhesiones a lo largo del tiempo si es que interpreta las necesidades de su gente, las convierte en realizaciones a muchas de éstas y se presta a la compulsa democrática según las leyes del país.
Por supuesto que hay otra cosa que explica el progreso de Chávez en la consideración de la mayoría de los venezolanos. Es simultáneamente quien fulminó la decadente y corrupta IV República de socialdemócratas y socialcristianos, y concitó el mayor odio de la Casa Blanca en toda la región. Sólo Fidel Castro puede disputarle ese lugar de privilegio en las campañas de la superpotencia por deshacerse de alguien, que por lo general termina con la proyección de la víctima a categoría de personaje amado por las mayorías latinoamericanas.
Sea como fuere, el fornido mulato nacido en Sabaneta, estado de Barinas, en un hogar humilde y de padres maestros, que osciló entre la carrera militar y el béisbol profesional como aspiraciones personales y terminó ingresando en la política (una quedó trunca por la baja y la otra por lesiones y la edad), estará en la presidencia entre 2007 y 2013. Si lo dejan, para parafrasear a Luis Miguel, teniendo en cuenta que cinco años atrás lo desalojaron dos días del poder y estuvieron a punto de fusilarlo en cinco lugares alternativos de detención donde fue llevado por los militares amigos del Comando Sud norteamericano.
Y es una buena noticia para los pueblos al sur del río Bravo. Es que el denostado Chávez, cuya eliminación a tiros fue pedida por los opositores desde programas de la TV de Miami, ha sido un gobernante solícito para mejorar las condiciones materiales y espirituales de su pueblo. Y también, listo a unir fuerzas con gobiernos progresistas del continente y del mundo, en contra de los dictados del imperio, a favor de la paz internacional y de quienes están sufriendo mucho, como los palestinos, libaneses e iraquíes.
Según sus declaraciones del 8 de enero, que anticiparon el discurso de asunción de ayer, el período 1998-2006 fue de “transición” y de creación de una base para acometer la nueva etapa socialista. Esta fue definida como “profundización de la revolución bolivariana hacia un socialismo del siglo XXI”.
Estados Unidos en contra
Bastó aquella enunciación para que la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro salieran con una postura antagónica. ¿Por qué tanta celeridad si la definición de “socialismo bolivariano” todavía no resulta clara para muchos detractores de Chávez y aún algunos de sus seguidores piden precisiones?
La respuesta es sencilla. En Washington han tomado nota del curso seguido por el venezolano y saben que en los últimos ocho años vino radicalizándose, sobre todo luego del fracasado putsch de 2002. Por eso la luz del tablero en USA se prendió en rojo.
En su comunicación del lunes con el programa “Contragolpe”, el presidente anticipó que las privatizaciones efectuadas por los gobiernos anteriores dejarían su lugar a nacionalizaciones. Y en particular se refirió a tres rubros estratégicos: los teléfonos, la electricidad y la riqueza petrolera de la faja del Orinoco. El ministro del Interior de Argentina salió presto a aclarar que Néstor Kirchner no cambiará su política económica, para seguridad de los inversores.
En cuanto al primer rubro, se nacionalizará CANTV, la empresa privada más importante de Venezuela, privatizada en 1991 y controlada por la estadounidense Verizon. En el segundo sector, sucederá otro tanto con la eléctrica EDC, en manos de la estadounidense AES Corp. En el tercero, los consorcios que ahora se llevan la parte del león del Orinoco tendrán que ceder el porcentaje mayoritario a la estatal PDVSA. Esta última disposición lastima la rentabilidad de las norteamericanas Exxon Mobil, Chevron Texaco y Conoco Phillips; la británica BP, la francesa Total y la noruega Statoil.
Por eso la reacción inmediata de la administración Bush, conocedora de que sus multinacionales sufrirán un severo golpe en Caracas. Con su habitual cinismo, los voceros del texano declararon que el anuncio de las nacionalizaciones suponía “un día triste para los venezolanos”. Todo lo contrario. En todo caso habrá sido triste para los empresarios norteamericanos.
A los tres rubros mencionados cabe agregar –sobre todo por el voltaje político de la medida, que tuvo consecuencias de esta índole-, la decisión chavista de no renovar la licencia al canal Radio Caracas Televisión (RCTV). El mandatario y el ministro de Comunicación e Información, William Lara, fundamentaron el fin de la concesión, cuando venza el 27 de mayo próximo, en el rol golpista jugado en 2002. En su discurso de asunción, Chávez también criticó el bajo nivel de la misma, la perturbación mental de niños y niñas, la apología de la violencia y el consumismo, etc.
La licencia será entregada a alguna cooperativa o a entidades sociales, lo que motivó la injerencia de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, en los asuntos internos venezolanos. El chileno cuestionó una medida soberana, lo que se explica en que el principal directivo de RCTV es Marcel Granier, del grupo mediático 1BC y a la vez influyente miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Una pelea violenta
En marzo de 2006, en la reunión de la SIP en Quito, Granier fogoneó una resolución adversa a Venezuela, sindicada con Cuba como la peor enemiga de la libertad de prensa según la entidad de sintonía fina con la OEA y autoridades estadounidenses.
Que Granier se quede sin emisora también fue motivo para que la Conferencia Episcopal asegurara que “la democracia sufriría al empezar a cerrarse medios de comunicación”. Como quedó aclarado, no habrá ningún cierre sino un traspaso de la licencia a favor de cooperativas. La jerarquía eclesiástica resiste, alineada con RCTV y otras cadenas golpistas de 2002 como Globovisión, Venevisión, etc. A los hombres de sotana presididos por monseñor Ubaldo Santana tampoco les gustó que Chávez presentara a Cristo como el más grande socialista de la historia.
La sola enunciación de la controversia con los propietarios de medios de comunicación, la cúpula de la Iglesia y, sobre todo con el poder imperial, indica que todas las contradicciones se van a agudizar. Desde la derrota de la oposición en el plebiscito de agosto de 2004 el país había vivido una cierta calma, en comparación con los cuatro años anteriores, tormentosos. Pero los planes chavistas, de profundizar su gestión antiimperialista, permite avizorar que se viene otro tiempo de confrontación.
A la oposición oligárquica le molestaba sobremanera el estilo del jefe de Estado, sus compromisos con Cuba, la inversión de parte de la renta petrolera en las “misiones” con las que 1,5 millón de personas han sido alfabetizadas, 15 millones reciben alimentos subsidiados y se han aplicado 30 millones de vacunas para prevenir enfermedades.
Pero si encima el presidente los va a desapoderar de recursos económicos claves y piensa ser arquitecto de una sociedad igualitaria, entonces no hace falta la bola de cristal para anticipar que esa derecha elitista se va a orientar hacia otro golpe de Estado. El socio mayor de la operación está cantado: el Departamento de Estado, la CIA, el Pentágono y las multis.
Chávez necesitaba un equipo de refresco, por eso cambió buena parte de los 27 ministerios, dejando entre otros a los leales Raúl Baduel en Defensa, Rafael Ramírez en Energía y Petróleo, y a Nicolás Maduro en la cancillería. A los nuevos y a los viejos pidió que atiendan la oficina de lunes a miércoles, y que de jueves a domingo vayan a visitar a la gente y conocer sus problemas. Aún cuando el “socialismo siglo XXI” fuera sólo eso, ya valdría la pena verlo andar en Latinoamérica, donde –salvo en Cuba- abundan las prácticas opuestas.
Fuente: www.laarena.com.ar
https://www.alainet.org/de/node/119535
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