Quién es responsable de que no se conozca la posición uruguaya?
Sobre periodismo y opinión pública
01/03/2006
- Opinión
El conflicto con Argentina, parecería, ha ingresado en un camino que llevará a destrabar las situaciones más enojosas para que los dos países puedan trabajar en paz. El diálogo del presidente Néstor Kirchner con el periodista de La Nación, Joaquín Morales Solá, es clarificador del pensamiento del mandatario argentino que busca caminos de acuerdo que tengan implícitos previos entendimientos que le posibiliten escapar de una encerrona política que él mismo reconoce.
Kirchner quiere hablar con Tabaré Vázquez, quién afirma que “es su amigo”, dice que nunca Argentina le impediría a Uruguay levantar las plantas y recibir una inversión que es del 10 por ciento de su producto bruto interno, refriéndose a los 1.800 millones de dólares que demandarán las obras que se construyen en la zona de Fray Bentos.
“Uruguay cometió errores – sostuvo además – y Argentina el suyo, que es el corte de los puentes”, que realizan los grupos ambientalistas de la provincia de Entre Ríos, los más preocupados (y desinformados, decimos nosotros), sobre el efecto contaminante de las plantas de celulosa. Kirchner le asigna a esa movilización un carácter “épico”, difícil de desarmar y continua: “No les puedo pedir lo que no me darán”, cuando Morales Solá le preguntó por qué no pedía a los ambientalistas que cesen su actitud.
Para Kirchner el error uruguayo fue autorizar la construcción de las plantas sin consultar a su vecino, como lo establece el Estatuto del río Uruguay firmado en 1975, para todo emprendimiento que se levante sobre el recurso compartido.
Hay que leer con corrección estas afirmaciones del presidente argentino pues son extremadamente importantes. Las hizo para un periodista como Joaquín Morales Solá, un hombre que no se ha caracterizado por apoyar a su gobierno y que trabaja en una publicación, el diario La Nación, claramente opositora. Esperamos que esos perfiles hayan sido advertidos en su oportunidad por los servicios que tiene (o debería) nuestra Cancillería, porque nuestro gobierno debe saber (o debería) que el presidente argentino no tiene prácticamente ningún apoyo en la gran prensa de su país.
El diario La Nación es crítico de su accionar y claramente, de las medidas impulsadas por el gobernador Jorge Busti habiendo afirmado su oposición a los cortes de ruta. Ya Bitácora publicó un vitriólico editorial del diario La Prensa que nos exime de comentarios que, suponemos, también integrará algún dossier en poder de nuestros gobernantes para orientar su accionar, quienes deberían conocer los entretelones del duro enfrentamiento del propio Kirchner con el diario Clarín, que se produjo hace tan solo alguna semanas, el que determinó distancias “insalvables” entre el poderoso grupo periodístico y el gobierno argentino. Además no debería ser necesario que en este trabajo dijéramos que columnistas como Eduardo Van der Kooy también ha reiterado análisis críticos y posiciones que, objetivamente, reflejan positivamente la “línea” uruguaya. Ello debe estar – suponemos – también en ese dossier que será de consulta diaria de los estrategas del conflicto, o ¿es que nadie piensa como se resolverá el enfrentamiento de la manera menos dolorosa para todos?
La posición del semanario Perfil también es clara, diríamos que terminante. Suma a su línea informativa, en la cual reitera detalles de la “hipocresía” argentina, que reclama por preservar el medio ambiente en la zona de Entre Ríos, pero nada dice en otras, donde se transgreden las mínimas normas de cuidado con la naturaleza y permite que la naturaleza se haga inoshospita para el ser humano. Al gobierno argentino le queda el diario Página 12 que, más allá de poseer una pecaminosa dependencia de las arcas presidenciales, tiene pies de barro, porque en definitiva pertenece también al grupo Clarín. Queremos suponer que el departamento respectivo de nuestra Cancillería haya también realizado un análisis pormenorizado de esta realidad, de este difícil reracionamiento de Kirchner con la gran prensa argentina, y de paso informando a nuestros gobernantes – para que dejaran de errar el bizcochazo – que quién pidió la coima de peaje para permitir la instalación de la papelera finlandesa del otro lado del río, no fue el gobernador Busti, sino su antecesor, el menemista, Montiel.
Por todo ello Kirchner debió recurrir a Morales Solá, un periodista nada complaciente, que en las últimas semanas reiteró en sus columnas conceptos claros sobre la necesidad de que este conflicto tuviera una solución negociada que se iniciara en un encuentro cumbre entre los dos presidentes. Además fue Morales Solá quién invitó a Julio María Sanguinetti a su programa de televisión, “En el llano”, quién, con su natural solvencia, impactó a los argentinos por la “lógica” de su planteo.
El lunes pasado – para seguir en la concatenación de hechos – estuvo presente en el mismo programa el ministro de vivienda, Mariano Arana, que no hizo otra cosa que reiterar lo que ha dicho desde el principio nuestro gobierno, la invitación a Argentina de participar en la comisión de seguimiento de la construcción de las plantas de celulosas y, posteriormente, en la que controlará que las plantas se mantengan dentro de los límites acordados por las partes y que no contaminen el medio ambiente. Para nosotros no es un tema nuevo, sin embargo en la Argentina el planteo de Arana sorprendió, porque allí no estaban enterados de que esa propuesta integra insolublemente la de Uruguay tendiente a solucionar el diferendo.
Luego de Arana había otro invitado, el ex presidente Raúl Alfonsín, que se manifestó enteramente de acuerdo con la propuesta, la que hizo suya y afirmó que trasladará a sus ámbitos.
Nos preguntamos: ¿Cómo es posible que la opinión pública argentina no conociera esa parte medular de la propuesta uruguaya? Es lamentable que quienes tienen en sus manos el difundir ese planteo no hayan hecho nada al respeto. ¿Será que tiene razón Manuel Flores Silva cuando cuestiona a quienes nos representan en ese país, que al parecer – lo que es objetivo - pocas veces deben haber levantado el teléfono para comunicarse con el programa de Morales Solá, o tantos otros, abiertos a esas posiciones – que es lo que están demostrando en estos momentos – y dar la imprescindible pelea en la opinión pública, frente en donde se obtienen los triunfos o se construyen las derrotas de los conflictos de estas características?
Seguramente a las embajadas llegó también la decisión presidencial de no contratar periodistas en ninguna función de relacionamiento, por considerarlos “innecesarios”. Por ello, será, que hay tareas que allí nadie hace.
De este lado del río (seguimos parafraseando a Jorge Drexler) esas tareas tampoco se cumplen, como todos sabemos y como es lógico, el peso comunicacional recae sobre los propios ministros o directores de las empresas públicas, ya que los funcionarios de otros niveles (¡faltaba más!), no se ¿atreven? a romper el cerco. Y los propios secretarios de Estado, como todos sabemos, tienen instrucciones de ser también reticentes en sus comunicaciones.
Sabemos, lamentablemente lo sabemos muy bien, que en esta orilla del río, hay gobernantes que estiman que muchos periodistas son (o somos) infradotados, tontos y la absoluta mayoría, mal inspirados, cuando no integrantes de algún “eje del mal” destinado a carcomer, en base a siniestros operativos, las bases mismas del gobierno popular. Por ello se maneja la información en ámbitos reservados, no se abren los diálogos francos, nunca el presidente se detiene con cada uno de los representantes de los medios e intercambia impresiones sobre caminos políticos. Todo es reservado, entre las cuatro paredes del Consejo de Ministros, lográndose así como resultado distorsiones que la información abierta y franca, evitaría. Por supuesto que habrá periodistas de medios de la derecha que coordinan campañas, como también lo intentamos – en ocasiones – trabajadores de prensa de izquierda que tenemos otra visión sobre la necesidades informativas y los caminos para conseguir y cumplir con los objetivos trazados al abrazar nuestra profesión, dándole apoyo al gobierno por el que tanto luchamos durante décadas.
Esos criterios negativos, deben ser los mismos que algunos de nuestros gobernantes deben haber manejado con los periodistas argentinos. Hace pocos días llegó a la redacción de LA REPUBLICA una colega argentina, perteneciente a una importante publicación con una posición terminante contraria a los cortes de rutas que sabe (y ha publicado) el significado hipócrita de la política argentina, que por un lado reclama por una pretérita contaminación del río Uruguay, mientras ese país, que tiene industrias altamente perniciosas, contaminantes del medio ambiente, y no adopta medidas de ningún tipo para modificar esa situación. La colega nos decía que, en general, no había logrado que ningún gobernante uruguayo le hablara del tema y quienes lo habían hecho, en vez de “hablar”, le habían “ladrado”, suponiéndola también subida al carro de quienes cortan las rutas azuzados por Busti. No sabemos si por el hecho de ser argentina o por su más negativa situación para los ojos de algunos, la de integrar el grupo de los “infradotados” periodistas.
- Carlos Santiago es periodista, secretario de redacción de Bitácora.
https://www.alainet.org/de/node/114448?language=en
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