El Foro Social Mediterráneo
27/06/2005
- Opinión
Barcelona ha acogido estos días las sesiones del Foro Social Mediterráneo.
Este último nace en virtud del designio de descentralizar las actividades
propias de lo que ha dado en llamarse Foro Social Mundial, que se ha
reunido ya en cuatro oportunidades en Porto Alegre (Brasil) y en una en
Mumbai (India). Al amparo de ese designio ha visto la luz un puñado de
instancias "regionales" intermedias que pretenden encarar los problemas
singularizados de determinadas áreas del planeta y acercar los contenidos
del Foro Social Mundial a la realidad de los movimientos que trabajan sobre
el terreno, puntal decisivo de las redes que contestan la lógica de la
globalización capitalista.
Acaso no es preciso demostrar que el Mediterráneo configura un escenario
muy singular. En él se aprecia la fractura más aguda de cuantas separan el
Norte rico y el Sur empobrecido. A ello se suma una circunstancia que
contribuye a acrecentar los problemas de análisis y ensamblaje de los datos:
junto a esas dos realidades se hace valer una tercera que, tanto en los
Balcanes como en Turquía, revela especificidades y entre ellas un activo
proceso de tercermundización en lo que otrora fue espacio propio del
socialismo real.
A semejantes peculiaridades se añaden las que obligan a distinguir entre la
condición del Oriente Próximo y la atribuible al Magreb. Por detrás de
todos estos avatares se adivina una exigencia: la de dejar atrás algunos de
los atrancos que acarrea la atribución a los continentes de una importancia
desmesurada a la hora de explicar hechos y formalizar clasificaciones.
El interés del Mediterráneo no se deriva sólo de la condición singular de
los diferentes espacios que acoge. La irritante disparidad de las tesituras
económicas y sociales se ve acompañada de delicadas situaciones
medioambientales, de conflictos abiertos -Palestina, Sáhara occidental- o
soterrados -Líbano, Bosnia, Kosovo- y de una trama geoeconómica y
geoestratégica que, al menos en lo que atañe al Oriente Próximo, convierte
la región en pieza codiciada de los movimientos de las grandes potencias.
Por si todo lo anterior fuese poco, las orillas del mar que nos atrae son
el teatro en el que se hace valer el más ambicioso experimento neoliberal
del momento, no en vano el Mediterráneo ha acabado por tomar el relevo al
respecto al Lejano Oriente y a América Latina. Conforme a determinadas
lecturas impregnadas de neoconservadora ideología, el mare nostrum es
también el recinto en el que despunta una de las versiones más crudas del
choque de civilizaciones huntingtoniano.
En semejante magma sobran las materias enjundiosas por las que los
movimientos de base están obligados a interesarse. En la reunión de
Barcelona se pasó revista a la situación de los derechos humanos, a la
condición de los conflictos bélicos -con referencia inevitable a las
políticas de Estados Unidos y de la Unión Europea-, a la militarización que
padecen tantas relaciones, a la liberalización y la privatización
generalizadas -con la creación paralela de una zona de libre comercio y la
preservación de las injusticias vinculadas con la deuda-, a los impactos
sociales de todas estas políticas, al crecimiento inexorable de los flujos
migratorios, al porvenir de agresiones ecológicas que ponen en peligro
delicadísimos equilibrios y a los problemas que atenazan a las mujeres.
Los organizadores del Foro Social Mediterráneo conciben éste como un
espacio "de encuentro, de libertad, de pluralidad y de diálogo" en el que
no tienen cabida ni las representaciones partidarias ni las organizaciones
militares. Quiere uno creer que el Foro proporciona una ocasión espléndida
para calibrar si propuestas como la de la "alianza de civilizaciones"
preconizada por el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero se
quedan en el mero terreno de la aventura intelectual o progresan camino de
la gestación de vínculos y compromisos diferentes. Para que el segundo de
los horizontes se haga realidad no basta con el impulso dispensado por los
poderes políticos tradicionales, cada vez más recortados en sus
atribuciones: se impone el contacto entre los ciudadanos de pie y, con él,
la posibilidad de escuchar las opiniones de los otros.
- Carlos Taibo es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma
de Madrid. Centro de Colaboraciones Solidarias: ccs@solidarios.org.es
https://www.alainet.org/de/node/112253?language=es
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