¿Quién le tiene miedo a la Asamblea General?

16/03/2003
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  • Opinión
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Hace ya varios días que varios grupos y organizaciones están proponiendo la convocatoria urgente de una sesión extraordinaria de la Asamblea General para que ésta adopte recomendaciones para salvaguardar la paz y la legalidad internacionales. Dentro de la Carta de la ONU, si bien el Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, ante una situación de "impasse" como la presente, la misma Carta autoriza a la Asamblea General a intervenir e incluso a tomar decisiones, autorización confortada por una decisión de 1950 la misma Asamblea, denominada "Unidos para la paz". Por ejemplo en 1956 la Asamblea General creó una Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (FENU), un contingente multinacional de 6000 hombres enviados a Egipto en ocasión del conflicto entre ese país e Israel, Francia y Gran Bretaña. La FENU actuó hasta mayo de 1967. Pese a que ante la amenaza inminente de quebrantamiento de la paz y la legalidad internacional la necesidad de tal reunión es manifiesta, los principales actores de la crisis se abstienen hasta ahora de tomar la iniciativa en ese sentido. Koffi Annan, al contrario de lo que hizo Dag Hmmarskjold en 1956, permanece mudo y sólo propone tímidamente la reunión de algunos jefes de Estado. Alemania, Francia y Rusia, en lugar de lanzar la iniciativa de una reunión extraordinaria de la Asamblea General, proponen ahora una nueva reunión del Consejo de Seguridad para el martes 18 de marzo. Es probable que para hacer concesiones a la "línea dura" encabezada por Wáshington. Al fin de cuentas los tres países europeos no están defendiendo principios, sino intereses y quieren que la cuestión se resuelva en el ámbito restringido y antidemocrático del Consejo de Seguridad, con sus cinco miembros permanentes y diez miembros rotativos (15 Estados sobre 191 Estados Miembros de las Naciones Unidas). Insistimos pues, sobre la urgencia de convocar a la Asamblea General, reunión que pueden pedir 96 Estados Miembros de las Naciones y que con el voto de dos tercios de los Estados Miembros (128 sobre 191) puede adoptar recomendaciones e incluso, ante la amenaza inminente de quebrantamiento de la paz, decidir la creación y envío de una fuerza multinacional de interposición. Irak debería aceptar la presencia de dicha fuerza en su territorio, teniendo como contrapartida el levantamiento del embargo y el cese de los bombardeos angloestadounidenses que viene sufriendo desde hace doce años y, por supuesto, la continuación e intensificación del trabajo de los inspectores. El Gobierno de Irak se debería comprometer además a conferir amplia libertad de movimiento en todo su territorio al Relator Especial sobre Irak de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señor Andreas Mavrommatis. Hacemos nuestras las palabras pronunciadas por José Saramago en la multitudinaria manifestación de Madrid del sábado 15 de marzo: "No digan los señores y las señoras del poder que nos manifestamos para salvar la vida y el régimen de Saddam Hussein. Mienten con todos los dientes que tienen en la boca. Nos manifestamos, eso sí, por el derecho y por la justicia. Nos manifestamos contra la ley de la selva que Estados Unidos y sus acólitos antiguos y modernos quieren imponer al mundo. Nos manifestamos por la voluntad de paz de la gente honesta y contra los caprichos belicistas de políticos a quienes les sobra en ambición lo que les va faltando en inteligencia y sensibilidad. Nos manifestamos en contra del concubinato de los Estados con los super-poderes económicos de todo tipo que gobiernan el mundo. La tierra pertenece a los pueblos que la habitan, no a aquellos que, con el pretexto de una representación democrática descaradamente pervertida, al final les explotan, manipulan y engañan. Nos manifestamos para salvar la democracia en peligro". Lyon, 16 de marzo de 2003
https://www.alainet.org/de/node/107109
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