Una primera aproximación a la rebelión popular
El Argentinazo
23/12/2001
- Opinión
La política en las calles y la crisis del liberalismo
A vos te puso el Fondo, chupete botón
A vos te puso el Fondo, chupete botón,
Te cortamos las rutas, te paramos el país
Sos un hijo de puta, te tenés que ir...
(Cantito popular en columna sobre Diagonal Norte, acceso a Plaza de
mayo)
Salta, salta, salta,
Pequeña langosta,
De la Rua y Menem son la misma bosta...
(Cantito popular en columna sobre Avenida de Mayo, rumbo a la plaza de
mayo)
Alguien se acuerda? Poco antes de ganar las elecciones de 1999, el
futuro vicepresidente Carlos Alvarez y Graciela Fernández Meijide ("el
Chacho" y "Graciela" a secas, para el progresismo) martillaban una y
otra vez los oídos populares con la consigna de que en Argentina ya no
iba más la política en las calles. Reclamaban cerrar la campaña de la
Alianza que llevaría a De la Rúa como presidente por televisión sin
recurrir a actos callejeros.
Escaso tiempo antes, el historiador Luis Alberto Romero (de la
Universidad de Buenos Aires) había cerrado una inmensa antología de dos
tomos sobre la historia de la ciudad de Buenos Aires con un capítulo
final titulado sintomáticamente "El fin de la política en las calles".
La misma tesis era defendida en su programa de TV por Mariano Grondona,
mientras tomaba -emocionado- la mano de Lilita Carrió y de otros
miembros del ARI (el partido cabeza del progresismo actual que tiene
como lema "una República de Iguales").
¿Cuál era la alternativa liberal entonces en danza? Manifestar la
opinión individualmente y dentro de las instituciones mediante el voto,
como ciudadanos-contribuyentes, sin caer en "el autoritarismo" de los
que hacen política en las calles y desde posiciones de clase al margen
de la Constitución, el Parlamento o los tribunales.
Resignificar el argentinazo
A ver, a ver,
Quien maneja la batuta,
Si el pueblo unido
O el gobierno hijo de puta (yuta puta...)
(Cantito popular en barricada de acceso a Plaza de mayo)
Baila la hinchada baila,
Baila de corazón,
Sin radicales, sin peronistas
Vamos a vivir mejor...
(Cantito popular en columna que se dispersaba en el Obelisco frente a
la represión policial)
Durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre, en un abrir y cerrar de
ojos, cuando la experiencia popular de unas pocas horas equivalen a
muchos años y el tiempo se acelera vertiginosamente desafiando al
reloj, esa prédica liberal y ese modo institucionalista de entender la
política cayeron en el vacío. El liberalismo burgués quedó girando,
aturdido, en medio del humo espeso de los neumáticos quemados y los
incendios callejeros.
Los medios de comunicación del sistema y todo el andamiaje político
institucional argentino se abocaron inmediatamente después de las
batallas callejeras a resignificar el carácter del conflicto, la
intensidad de la represión estatal, la modalidad de la rebelión popular
e incluso hasta la identidad misma de los protagonistas.
Para los medios gráficos del sistema (incluyendo a los "progres") la
fotografía central de tapa fueron las víctimas de la represión o el
helicóptero de De la Rúa huyendo de la Casa Rosada. Ninguno puso en
primer plano a los trabajadores y a los jóvenes peleando en las calles.
El enfrentamiento de la lucha de calles y la lucha de clases se
esconde, se elude. Su lugar es reemplazado por la cuestión
institucional de la sucesión presidencial.
Pero no sólo eso. Los medios también trataron de minimizar la
incidencia de la rebelión popular, intentando convencer a todo el mundo
de que De la Rúa se tuvo que ir más por sus fallas en política
económica que por la lucha popular. Resumiendo: no fue el pueblo
combatiendo en la calle el que lo echó por su propia iniciativa, sino
que él simplemente... "se fue". El intento de expropiación de la
rebelión popular no quedó limitado a las maniobras de los medios. Toda
la dirigencia burguesa (incluyendo no sólo al Partido Justicialista y a
la Unión Cívica Radical sino también a los "progres" del ARI, el
FRENAPO y el CTA) intentó encaramarse mezquinamente sobre la rebelión y
sacar provecho personal recorriendo presurosamente los canales de TV
cuando ninguno de sus dirigentes puso el cuerpo en la lucha.
¿Dónde estaban los jerarcas del peronismo que hoy se refriegan las
manos y se relamen con el botín de una lucha ajena? ¿Y Lilita Carrió?
¿Y De Gennaro? ¿Y Horacio Verbitsky? ¿Y las dos CGT? ¿Dónde estuvieron?
¿Alguien los vio en las barricadas? ¿Alguien los vio tirándoles piedras
a la policía montada a caballo o a los motociclistas policiales con
itakas en la mano? ¿Alguien los vio apedreando a los grandes bancos y
entidades financieras multinacionales? ¿Alguien los vio incendiando las
camionetas de la empresa de correspondencia privada OCA hasta hace poco
perteneciente al empresario Yabrán? En serio: ¿Alguien los vio?
¿Barbarie o rebelión de masas?
¡Qué boludos! ¡Qué boludos!
El estado de sitio
Se lo meten en el culo...
(Cantito popular en Plaza Congreso)
Ya se acerca nochebuena,
Ya se acerca navidad
Pero el pueblo está en la calle
Y el gobierno ya se va...
(Cantito popular en Plaza de mayo)
El pueblo unido, jamás será vencido...
(Cantito Popular en avenida Corrientes, mientras era incendiado un
local de Mc Donalds)
¿Caos? ¿Desorden? ¿Irracionalidad? ¿Locura colectiva? ¿Desmanes?
¿Barbarie? Esas palabras están resonando actualmente (al día después de
las jornadas de lucha) hasta el hartazgo por la radio y la TV.
Obviamente no explican absolutamente nada.
El quiebre masivo de la propiedad privada de los grandes centros de
distribución comercial de mercancías, ¿no expresa nada? El costo de
cerca de 30 millones de dólares (según estimaciones de las empresas de
seguro) que las masas trabajadoras enardecidas cobraron al capital por
todo lo que éste le exprimió durante las últimas décadas, ¿no expresa
nada? ¿Son "vandalismo" y "barbarie" o significan otra cosa? ¿Qué
obstáculos ideológicos de clase impiden hacerse esas preguntas?
El tipo de luchas y el componente ideológico de los sujetos sociales
que desarrollaron esta rebelión popular de masas inédita en nuestra
historia fue notoriamente diverso y matizado.
En el seno de este pueblo que se puso orgullosamente de pie convivieron
desde sectores obreros que no fueron a trabajar y marcharon al centro
de Buenos Aires y empleados de oficina ligados a la pequeñaburguesía
que se fueron de sus trabajos hasta movimientos de trabajadores
desocupados y estudiantes, todos entremezclados con vecinos,
transeúntes y manifestantes dispersos. Ideológicamente se cruzaron: (a)
algunos sectores urbanos (hasta ahora) despolitizados que cantaban, con
la olla y la sartén en la mano, "que se vayan todos, que no quede ni
uno solo" refiriéndose a todos los políticos... en general; (b)
sectores del extremismo nacionalista, de origen autoritario y fuertes
simpatías por la derecha peronista (en el caso de los punteros
barriales) o incluso por militares represores con retórica "patriota"
como Seineldín y (c) sectores de la izquierda revolucionaria que
lograron superar el estrecho marco en que hasta ahora se movían
alcanzando en la calle y en las barricadas influencia auténticamente de
masas.
En cuanto al tipo de luchas y acciones, convivieron durante las mismas
jornadas -repartiéndose según los barrios más céntricos o más
periféricos, tanto en la capital como en el interior del país- (a)
expropiaciones de comida de supermercados pertenecientes a grandes
firmas concentradas que han crecido notablemente durante la última
década menemista-delaruista; (b) saqueos a pequeños negocios barriales;
(c) protesta callejera cortando avenidas, golpeando ollas y quemando
basura en las bocacalles; (d) destrucción sistemática de bancos y
entidades financieras pertenecientes a la burguesía argentina más
concentrada y al gran capital; (d) quema de autos y camionetas
(mayormente pertenecientes a grandes firmas locales como OCA); (e)
destrucción de teléfonos públicos pertenecientes a compañías españolas
y francesas que se habían apropiado -quebrando una huelga telefónica a
inicios de los '90- de la empresa argentina ENTEL; (e) destrucción de
locales de comida rápida de factura internacional, símbolos mundiales
del american way of life (Mc Donalds). En todos estos tipos de lucha se
generó invariablemente un enfrentamiento con las fuerzas de la policía
federal y las policías provinciales.
En medio de tamaño mosaico de distintos tipos de acciones y de tan
diversos componentes ideológicos se produjo una evidente lucha por la
hegemonía entre distintos proyectos políticos. Allí disputaron desde
sectores ligados a la derecha peronista y sus punteros de barrios
(principalmente en las provincias y en el gran Buenos Aires) con
agrupaciones y corrientes de izquierda anticapitalista que intentaron
orientar las expropiaciones sólo hacia las grandes firmas capitalistas
y las destrucciones callejeras producto de la ira popular sólo hacia
los bancos, las empresas y los locales del gran capital.
Los medios de comunicación del sistema recortaron esa realidad
sumamente dinámica y contradictoria destacando en todo momento los
componentes ideológicamente más despolitizados y menos organizados. El
objetivo de estos medios (incluyendo, insistimos, a los "progres") ha
sido el de reconstruir el consenso a favor del sistema y aceitar la
hegemonía de los partidos institucionales del régimen burgués, hoy en
seria crisis de legitimación. ¿Cómo se puede lograr esa meta? Pues
resignificando las luchas callejeras y tiñiendo la rebelión popular con
el color acusatorio del "caos" y el "desmán" irracional, así como
también destacando a grupos lúmpenes por sobre los trabajadores
ocupados y desocupados en lucha. En el mejor de los casos, los medios
han intentado conceder al pueblo en lucha un mínimo margen de
racionalidad. "La gente" (nunca el pueblo, y mucho menos la clase...)
habría salido a la calle para pedir solamente un cambio de ministro y
un cambio de presidente. El viejo gatopardismo: que cambie algo para
que todo siga igual.
Como siempre... el ejemplo de Las Madres
Madres de la Plaza,
el pueblo las abraza...
(Cantito Popular coreado por la multitud en Plaza de Mayo en medio de
la marcha de las madres y la represión militar de la policía a caballo)
Las Madres de Plaza de mayo, como en los peores tiempos de la dictadura
militar del general Videla, volvieron a poner su cuerpo en la lucha de
calles, marchando en medio de las peores corridas, los gases más
asfixiantes y la represión más sanguinaria que los radicales supieron
siempre implementar desde los tiempos de la semana trágica y la
Patagonia rebelde. No menos de diez banderas de las madres (las azules
con el pañuelo blanco) marcharon alrededor de la pirámide aun durante
los momentos más sangrientos de la represión, cuando la valiente
policía a caballo argentina arremetía sin piedad contra mujeres que en
gran parte superan los 65 años de edad (una de ellas tiene 90 años y
fue derribada por la policía, mientras varias otras recibieron palazos,
latigazos, gases lacrimógenos y balas de goma).
¿Dónde estaban mientras tanto los grandes "estrategas" y los
(supuestos) eruditos del marxismo que se cansaron de despotricar contra
Hebe de Bonafini dándoles letra a los medios de comunicación del
sistema en su reciente campaña macartista contra las Madres? ¿Dónde
estaban los marxólogos que tanto desprecio mantuvieron y mantienen
frente a todos los "plebeyos" que luchan sin seguir al pie de la letra
los esquemas apolillados de sus catecismos de escritorio? Antes con
pantuflas, ahora con sandalias (porque durante las jornadas de lucha
hizo un calor tremendo...) estos personajes caricaturescos siguieron,
como siempre lo han hecho, observando desde afuera -como si estuvieran
en un laboratorio de química o física- el modo en que otros (los
obreros, los estudiantes, los desocupados, los piqueteros y las madres)
enfrentaron las balas, los gases y los latigazos de la policía.
No fueron los únicos. A pesar de que la Asociación Madres de Plaza de
mayo cumplió un papel que, sin temor a exagerar, no dudamos en
calificar como heroico (algún medio de TV las filmó enfrentando a estos
cosacos argentinos y esa imagen se retransmitió luego a gran parte del
mundo...), algunos medios escritos nacionales invirtieron completamente
la ecuación y -tergiversando completamente lo ocurrido en la plaza de
mayo- escribieron al día siguiente que Adolfo Pérez Esquivel (premio
Nobel de la paz), Estela Carlotto (oradora junto a Alfonsín en uno de
los últimos actos del radicalismo) y otros miembros del FRENAPO
(organización del progresismo argentino del que forman parte varios
radicales que hasta ayer nomás fueron funcionarios del gobierno de De
La Rúa) habían encabezado la marcha. Hasta un estudiante de primer año
de periodismo o comunicación social puede darse cuenta que toda crónica
periodística es ideológica y está bien que así sea, pero, si el diario
es mínimamente serio, esa ideología no puede jamás conducir a publicar
mentiras o a tergiversar en la crónica aquello que se pretende relatar.
Pero dejemos por un momento de lado las eternas manipulaciones de los
demócratas argentinos (esos mismos que suspiraron con la Alianza y con
De la Rua como una quinceañera enamorada como hoy lo hacen con Carrió)
para resaltar una nota color. Mientras las motos de la policía
recorrían todas las avenidas del microcentro porteño disparando contra
la multitud (llevando en cada motocicleta dos policías, el de adelante
manejaba, el de atrás disparaba con su itaka, ambos con chalecos de
bala y casco), el pueblo insumiso contaba con su propia "infantería
motorizada": los motoqueros [empleados repartidores de correspondencia
en motocicleta] que arremetían masivamente con motos y piedras contra
los policías mientras enarbolaban al viento una inmensa bandera
argentina dando aliento a la multitud que los aplaudía a rabiar.
(Aclaramos rápidamente, para que ningún pusilánime y ningún mediocre
nos acuse de "militaristas", "foquistas" o "terroristas" que utilizamos
la expresión infantería motorizada en broma).
Los hijos del cordobazo
¡Qué cagazo! ¡Qué cagazo!
Echamos a de la Rúa
Los hijos del cordobazo...
(Cantito popular en una barricada de acceso a plaza de mayo)
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Coronados de gloria vivamos
¡Oh juremos con gloria morir!
¡Oh juremos con gloria morir!
(Estrofas del himno nacional argentino cantadas durante todas las
jornadas en diversos puntos)
Como sucediera hace tres décadas atrás en tiempos del Cordobazo, estas
jornadas fueron el emergente observable de un largo proceso previo
aparentemente invisible. Acá no se expresó una explosión de
"irracionalidad" inexplicable. Por el contrario, fue el punto de
llegada de una larga acumulación de piquetes aislados y luchas de
calles fragmentarias.
El camino de las luchas de clases fue de lo fragmentario y puntual a lo
nacional y global. Hasta ahora las protestas contra el capitalismo
neoliberal habían venido desarrollándose de manera aislada. Incluso el
santiagazo -uno de esos vértices durante el gobierno de Menem- no tuvo
inmediata repercusión en otras provincias.
Por eso muchos apresurados y superficiales, como también hicieron en
tiempos del cordobazo, decían que acá "no pasaba nada". Importantes
politicólogos "democráticos", con la autosuficiencia que los
caracteriza, insistieron hasta el cansancio durante los últimos años
con el latiguillo de que el pueblo argentino es pasivo y nunca pelea...
La refutación fue contundente. Y esta vez sí se logró romper el muro
infranqueable de la protesta aislada para alcanzar un plano de rebelión
a escala nacional.
El principal escenario de esa rebelión multiplicada espacialmente al
infinito revistió un carácter centralizado. Se combatió en la misma
plaza de mayo, a metros de la casa de gobierno. ¿Hubiera renunciado De
la Rúa si los enfrentamientos hubieran sido únicamente en Jujuy o
Córdoba? Probablemente no.
No obstante las modas académicas, principalmente de factura
postestructuralista y posmoderna (ambas corrientes de amplia difusión
en Francia) que han instalado entre nuestra intelectualidad la
peregrina idea de que no hay que plantearse una estrategia para la toma
del poder ya que "el poder no esta centralizado en ningún lado...", la
plaza de mayo sigue siendo, no sólo el símbolo resumido de la lucha
histórica popular en la Argentina, sino también el espacio centralizado
en que se expresa la confrontación con el poder político burgués y sus
aparatos de represión. Eso no implica creer que los distintos
territorios sociales del capital que atraviesan el conjunto de la
sociedad civil argentina sean soslayables. Tampoco implica desconocer
que las decenas de miles de hombres armados para la represión y la
guerra (no tanto guerra externa entre estados-naciones sino
principalmente guerra interna de clases) distribuidos a lo largo de
toda la Argentina estén únicamente concentrados en Plaza de Mayo. Creer
eso sería ingenuo y hasta ridículo y tonto. Sin embargo ésta última
resume un espacio de poder simbólico que otorga inteligibilidad a la
ferocidad con que los cuerpos represivos argentinos defendieron esa
plaza durante estas dos jornadas de lucha.
Una crisis orgánica
Ohhh, que se vayan todos,
Ohhh, que no quede, ni uno solo...
(Cantito popular en Plaza Congreso)
¿Adónde está?, ¿Adónde está?
La burocracia sindical...
(Cantito popular en Plaza Congreso)
Hay que saltar, hay que saltar,
El que no salta es militar...
(Cantito popular en Plaza Congreso)
¿Adónde está?, Que no se ve
Esa famosa CGT...
(Cantito popular en plaza de mayo)
Cuando tantos ex militantes quebrados y ex revolucionarios frustrados
han hartado a quien quiera escucharlos con el prejuicio de que "la
juventud actual está perdida" y otras payasadas semejantes, si hubo un
protagonista central de estas jornadas ese fue la juventud. Una
juventud sumamente combativa que no se siente representada por los
partidos tradicionales del sistema ni tampoco por la burocracia
sindical o las instituciones juveniles de la Iglesia.
Estamos viviendo una crisis orgánica, una crisis de hegemonía de la
burguesía argentina en sus diferentes fracciones que combina la crisis
económica (el agotamiento de la convertibilidad, la recesión
generalizada y la ausencia de un proyecto burgués estable y a largo
plazo) con la crisis política del bipartidismo y su sistema de
representación política.
La mayoría de esas masas juveniles que pusieron el pecho a las balas
policiales y que pelearon con todas sus energías en las barricadas del
centro de la ciudad de Buenos Aires y también en el interior del país
no reconoce legitimidad ni autoridad a la vieja dirigencia política de
nuestra burguesía. Se abre una oportunidad histórica para la izquierda
revolucionaria argentina. Una oportunidad que no se había visto en
décadas.
Como enseñó Antonio Gramsci, durante los períodos de crisis orgánica
las clases sociales se separan de sus viejos partidos políticos. Ese
tipo de crisis pueden resolverse en un sentido revolucionario o pueden
mitigarse las fuerzas en conflicto mediante la emergencia de una salida
cesarista, es decir, mediante un liderazgo carismático de un proyecto
que aparente estar "por encima" del conflicto social. La apelación a la
figura del Coronel Seineldín, defendida en la calle pocos días antes
del 19 y 20 de diciembre, puede constituir un ejemplo en ese sentido.
Creemos que Seineldín no tiene -afortunadamente- fuerza para lograr
imponer ese liderazgo carismático. El intento de compromisos
parlamentarios entre el PJ y la UCR constituye también una forma
moderna de cesarismo, ya que según Gramsci éste último no puede ser
reducido únicamente al bonapartismo militar. También incluye toda forma
de compromiso que aparente estar por encima del conflicto político de
clases. La izquierda revolucionaria argentina sólo podrá incidir con su
iniciativa (abandonando todo carácter pasivo o expectante) si logra
superar las reivindicaciones económico corporativas y alcanza a
conformar una alternativa integral, política pero también cultural,
para las nuevas camadas de luchadores populares.
Pero atención. La tremenda crisis económica que vivimos y la crisis
política que la acompaña no se resolverán de manera automática. Hace
muchísimo tiempo que Lenin (ese maldito innombrable para la Academia
burguesa) demostró que la mera existencia de la crisis jamás se
resuelve en un sentido progresivo si no existe un fuerte componente
subjetivo (y organizativo) de masas. Eso todavía nos falta. En eso
somos débiles. Si bien es cierto que las luchas de calles no fueron
absolutamente "espontáneas" también es innegable que no tuvieron una
dirección política unificada. Pongamos un ejemplo bien concreto.
Supongamos que las masas enardecidas hubiesen logrado superar en plaza
de mayo a la policía ingresando por la fuerza a la casa de gobierno, a
la casa rosada, ¿qué hubiesen hecho...?
Hoy, en Argentina, los de abajo no quieren vivir más como hasta ahora y
lo demostraron contundentemente en la calle. Pero todavía los de arriba
pueden seguir viviendo así. Aunque cada vez pueden menos... Lo viejo no
termina de morir. Lo nuevo no termina de nacer.
El resultado de la rebelión popular de masas, aunque insuficiente, fue
exitoso. El 19 y el 20 de diciembre fueron días felices. A pesar de que
la represión radical-peronista (pues en varias provincias donde hubo
muertos gobierna el PJ) dejó como saldo alrededor de 30 compañeros
asesinados, estos dos días de rebelión no fueron "tristes" como
titularon al unísono los diarios del poder. Fueron días de alegría y de
entusiasmo popular.
No debemos perder de vista que es la primera vez en la historia
argentina que un pueblo en lucha logra derribar un gobierno. No
los militares sino un pueblo en lucha. Eso solo constituye un hecho
histórico que en ningún momento debemos soslayar.
¿Cómo seguir de aquí en más? La lucha será larga y será dura. Que nadie
se confunda. Es cierto que el recambio de presidente no soluciona
absolutamente nada. Además los servicios de inteligencia y la policía
están desparramando en los barrios populares de las distintas
provincias -sitiados militarmente durante las jornadas- que la gente
del barrio aledaño "viene a saquear", intentando así enfrentar a pobres
contra pobres, como hicieron durante los saqueos del '89. También es
verdad que la revolución socialista argentina y la felicidad duradera
de nuestro pueblo no están a la vuelta de la esquina. Es más que obvio.
Pero está más cerca que antes. ¡Hemos avanzado y mucho!.
Como las Madres de Plaza de Mayo han venido insistiendo desde hace
muchos años y lo reafirmaron en la última marcha de la resistencia y
piquetera de hace apenas dos semanas, el camino, largo y difícil,
seguirá siendo el de la rebelión popular, es decir, la lucha de masas
en la calle. Una lucha que no es ni puede ser parlamentaria o
institucional. Los hijos e hijas del cordobazo, esa nueva generación
combativa que comenzó a forjarse en estas jornadas de diciembre, será
la encargada de llevar esa lucha y esa resistencia hasta el final.
Néstor Kohan es docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de
Mayo
https://www.alainet.org/de/node/105502?language=en
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