Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer:
Por una salud de calidad
29/04/1997
- Opinión
La aplicación generalizada de políticas neoliberales ha significado, en el
mundo entero, el empobrecimiento de un amplio sector de la población, como
también una significativa desintegración social. Ello ha repercutido en la
pauperización de las condiciones de vida y de salud de las mujeres; y a la
vez, ha desatado una dispersión de la lucha social, que coarta la posibilidad
de que las mujeres puedan reivindicar sus derechos en este plano.
Estas constataciones han conllevado a las redes que organizan, cada 28 de
mayo, el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, a darle una
nueva cariz a la campaña, que en años anteriores enfocaba en la
morbimortalidad materna. Así, en los próximos dos años, la campaña se
concentrará en los mecanismos que operan restringiendo el acceso de la mujer a
una atención a la salud de calidad y limitando los derechos que le permiten
reclamar este acceso. Este año, la campaña priorizará la problemática del
acceso a la atención de calidad, en tanto derecho de la mujer. El texto que
sigue es una versión abreviada de la convocatoria de esta campaña mundial.
Consecuencias de la privatización de la salud pública
La salud pública ha dejado de ser considerada un derecho humano fundamental.
En cambio, en el contexto de un mercado privatizado, se ha convertido en un
nuevo bien de consumo comercializable. La privatización de la atención ha
hecho que la disponibilidad (o acceso) de la atención, que ya era limitada,
sobre todo para la mujer, se haya reducido aún más. La calidad de la atención
no sólo es peor que antes, sino que la poca inversión que se ha hecho en este
campo ha estado destinada a temas específicos, sin tomar en cuenta, en forma
holística, la dinámica política y social en la que viven y trabajan las
mujeres.
En lo que hace al concepto de acceso, deberíamos considerarlo un concepto
dinámico integrado al sistema de los derechos. A menudo se habla de acceso
sin atender a los factores que lo hacen posible. El derecho al acceso está
relacionado a la dinámica de la vida cotidiana y a las relaciones con la
comunidad, en tanto determinantes de la forma en que la gente los ejerce.
Esto quiere decir que los derechos deben estar presentes junto al poder para
ejercerlos. La posibilidad de ejercer los derechos reproductivos, sexuales y
de salud es un indicador visible para la mujer, pues denotan la intersección
entre lo público y lo privado y tienen consecuencias importantes en la vida
cotidiana de la mujer. Los derechos sociales y económicos son prerrequisitos
para el ejercicio de los derechos reproductivos y sexuales. El ejercicio de
estos derechos abre el camino de la igualdad social.
El acceso a la atención a la salud
Las mujeres siempre han sido las más pobres entre los pobres. Tras la
introducción de las reformas económicas neoliberales en la política económica
de muchos países, la pobreza de las mujeres se ha profundizado aún más. Y
como consecuencia, su capacidad para lograr y mantener una buena salud se ha
visto disminuida. Asimismo, todo el lastre de la reproducción y la sexualidad
le ha sido asignado a la mujer, al mismo tiempo que se limitan sus
posibilidades de disponer de atención en esta área. Particularmente la edad,
la clase, la raza y la etnia son factores que atraviesan todas las barreras
enumeradas a continuación, y suelen servir para limitar el acceso de la mujer
a la atención sanitaria de calidad.
Los obstáculos para acceder a una atención de calidad pueden ser:
Barreras económicas: El bajo nivel ocupacional de la mujer, la disminución
de las posibilidades de estudio y capacitación para la mujer, y la desigualdad
en la remuneración entre el hombre y la mujer son todos factores que hacen a
la reducción del acceso de la atención sanitaria. La introducción de los
programas de ajuste estructural con su consiguiente aumento de la desocupación
producto de las privatizaciones y las restricciones del mercado, ha servido
además para disminuir el poder económico de la mujer. Estas barreras
económicas tienen consecuencias para todos los demás mecanismos que limitan el
acceso de la mujer a una atención de calidad.
Barreras de género: Existe una desigualdad en la concepción social del
género, tanto para las mujeres que reivindican servicios de salud y para los
trabajadores de la salud. Esto hace que los problemas de la mujer no sean
considerados con seriedad y la sociedad tienda a desvalorizarlos. Las mujeres
reciben menos información que los hombres respecto a su salud. Esto evita que
la mujer pueda tomar decisiones informadas sobre la naturaleza de la atención
sanitaria a elegir.
Barreras culturales: Los servicios de atención a la salud no suelen tomar en
cuenta las tradiciones y las costumbres asociadas a muchos aspectos de la
salud y el bienestar de la mujer. Esta situación se ha visto exacerbada por
el proceso de globalización, que refuerza una práctica médica de neto corte
occidental y ha servido para alejar a la mujer de los servicios de salud. La
medicalización de la atención a la salud ha servido para alterar la naturaleza
de los servicios a los que la mujer tiene acceso; baste mencionar la
sobremedicalización de la menopausia.
Barreras políticas: La falta de voluntad política a nivel nacional y local
para garantizar la provisión de servicios sensibles al género y la insufiencia
legislativa en torno a importantes temas de salud de la mujer, como el aborto,
representan una barrera adicional para que la mujer cuente con una atención a
la salud adecuada a sus necesidades.
Mitos asociados a la sexualidad de la mujer, barreras: Las mujeres no son
libres para decidir sobre sus cuerpos y sus preferencias sexuales. Las
mujeres no pueden expresar su sexualidad sin miedo a la violencia y la
discriminación. Las lesbianas son excluidas del sistema de salud, que no las
considera activas sexual o reproductivamente.
Barreras físicas e informativas: La falta de acceso a medios de transporte,
los horarios inadecuados en los servicios de salud, y la mala distribución de
los recursos para salud son factores que operan limitando el acceso de la
mujer a la atención, por ejemplo en las zonas rurales donde los hogares son
encabezados por mujeres a causa del trabajo migratorio.
La calidad de los servicios
Los servicios de calidad para la mujer deberían ser integrales y con
sensibilidad de género. La calidad de la atención se podría definir como
aquella que, fundada en el concepto de salud integral, resuelve los problemas
de salud tanto a nivel biológico como a nivel de mejorar la autoestima, la
autonomía y la dignidad de la mujer, dándole la posibilidad de tomar
conciencia de sus derechos. Esto podría lograrse haciendo uso de la capacidad
técnica de los trabajadores de la salud, y tomando en cuenta la historia, el
trabajo diario y los sentimientos subjetivos de todas las mujeres.
La falta de acceso a servicios de salud de calidad está ligada a la morbilidad
y la mortalidad relacionadas al embarazo, el parto, el aborto, las
enfermedades de transmisión sexual y el sida. De manera que para mejorar la
calidad de vida de la mujer es necesario transformar la situación actual.
Las demandas de la Campaña
Un alto a las agencias internacionales que están convirtiendo a la salud en un
bien de consumo comercial.
Que se aumenten lo presupuestos para la salud y se reasignen mayores recursos
hacia una atención holística e integral.
La distribución equitativa del presupuesto sanitario a todas las mujeres, la
expansión y extensión de servicios holísticos e integrales para la mujer, sin
importar la situación geográfica ni la región, la raza, la religión, el status
económico o social, la orientación sexual, ni la ocupación.
Que todos los Estados tomen la responsabilidad de brindar servicios de
atención equitativos para todos/as.
Mejores facilidades de comunicación y transporte para todos los problemas de
emergencia médica.
Revisión de todas las leyes que afectan los derechos reproductivos de la mujer
con una perspectiva centrada en la mujer. Que todas las leyes revisadas sean
publicadas extensamente y que se reduzcan los procedimientos burocráticos para
que los servicios de salud sea accesibles para todas las mujeres.
Información disponible sobre todas las políticas que tiene que ver con la
salud, los presupuestos y el gasto anual, en idiomas locales comprensibles.
El reconocimiento y fomento de las costumbres tradicionales sólidas en materia
de salud y los sistemas alternativos de salud a nivel nacional.
El fomento de la igualdad de género a nivel político, sociocultural, económico
y religioso.
Que se recopilen y analicen datos específicos de género para planificar,
monitorear y evaluar los programas de salud y desarrollo.
Educación sexual obligatoria en el sistema educativo formal e informal a todos
los niveles.
Revisión y reforma del plan de estudios médicos desde una perspectiva
comunitaria sensible al género, y una formación continua garantizada.
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