Elecciones: Menos ideas, más imágenes

27/05/1998
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Por lo que se ha visto en los procesos electorales recientemente realizados o en curso a lo largo y ancho de Latinoamérica, el marketing político se va imponiendo como componente exclusivo de las campañas, bajo cuya lógica mientras menos se hable de planes y programas de gobierno, mejor; pues lo que cuenta es el juego de imágenes, los golpes de efecto, las promesas fáciles... y, por supuesto, las chequeras gruesas. No se trata de que éstos últimos factores no hayan gravitado anteriormente, sino del manejo "científico" (como suelen decir los expertos involucrados) que hoy se emplea para dosificarlos. Al nuevo manejo de la contienda electoral se corresponden también nuevos escenarios: la plaza pública y las movilizaciones que lo alimentaban han dejado el lugar a los medios de difusión masiva, y particularmente a la "pantalla chica". Esto es, si antes la apuesta giraba en torno a la exposición de ideas y el fervor cívico, ahora se juega en términos de imagen y al son de las encuestas. Con estas nuevas reglas de juego el resultado es que ahora las campañas se desarrollan con un discurso monocorde. En cualquier país de la región que últimamente haya tenido o tiene en su agenda elecciones, resulta común escuchar que el electorado se refiere a los candidatos con frases como estas: "todos dicen lo mismo", "todos prometen lo mismo"... En un contexto marcado por una crisis de la política, que entre otras cosas se expresa en la incredulidad ante el sistema institucional, ello no hace sino reforzar la apatía e indiferencia ciudadana. Al igual que aquellos locutores deportivos que se empeñan por hacer vibrar a sus oyentes cuando el partido es apático, los encargados de orquestar las campañas se afanan por recalentar el ambiente con las famosas "guerras de encuestas", en términos tales que la presentación de una cifra favorable se lo hace como si se tratará de argumento más que suficiente para lograr adhesiones. El peso de las encuestas ha cobrado tal magnitud que ahora es en torno a ellas que gira el debate electoral. Se habla más de los puntos que los sondeos de opinión dan a tal o cual postulante, que de sus tesis o trayectoria políticas. Cada anuncio que sale de esta especie de "oráculo" moderno es seguido con fascinación y hasta la saciedad, por más que los hechos muestren que tales predicciones muy rara vez se corresponden con la realidad. Desde luego, siempre estará a mano el argumento del "voto vergonzante" o "voto oculto" para explicar cualquier error. Paraguay: no bastaron las encuestas El pasado 10 de mayo, el oficialista Partido Colorado del Paraguay alcanzó en las urnas una victoria holgada que le permitirá gobernar por cinco años más. Las encuestas hablaban de "empate técnico", con una leve ventaja para la opositora Alianza Democrática, que sigue preguntándose dónde falló cuando parecía tener todas las cartas favorables en su mano. La cuestionada gestión del presidente Wasmosy, la pugna interna que estalló en filas coloradas tras la inicial postulación del Gral. Lino Oviedo, el evidente apoyo internacional a la alternancia, etc., configuraron un escenario altamente favorable para el candidato aliancista Domingo Laino, quien justamente, bajo la oferta electoral de "cambiar para vivir mejor", apuntó al voto castigo al gobierno y su partido. Con un ojo en las encuestas, evitó hacer olas para no afectar la imagen de estadista que se empeñó en proyectar. "Técnicamente" todo iba viento en popa, pero en el veredicto de las urnas más pudo la gran maquinaria montada por el oficialismo a lo largo de 44 años ininterrumpidos a la cabeza del gobierno. Valga recordar que Alfredo Stroessner apuntaló su dilatada dictadura amoldando a sus conveniencias dos factores de poder: el Partido Colorado y las FF.AA., en términos tales que hizo del primero un partido militarizado vía la implantación de una estructura rígida y jerarquizada, y de las FF.AA. un ente altamente politizado mediante la obligatoriedad impuesta a sus miembros de adherir al partido. Disposición que igualmente se impuso a todos los funcionarios de gobierno. De ahí que no resulta extraño que un 90% de los empleados estatales acepte pertenecer al Partido Colorado. En las elecciones del mes mayo se estrenaron un nuevo padrón y una flamante ley electoral que sustituyó a la de corte fascista adoptada en la era de Stroessner. Pasos importantes dentro del proceso de transición que, según parece, continuará por cinco años más bajo la conducción del ingeniero eléctrico Raúl Cubas, aunque todavía no se sabe si como presidente o como rehén del Gral. Lino Oviedo. Tampoco queda claro cuál será el camino que seguirá la oposición. Por lo pronto su atención sigue centrada en la evaluación de los comicios, con un criterio mayoritario que apunta como principal falla a "la comunicación". ¿Será?
https://www.alainet.org/de/node/104258?language=en
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren