Venezuela en el marco de la globalización del fascismo:
Guerra permanente contra el chavismo contrahegemónico
21/02/2014
- Opinión
“Las intervenciones militares no son más que la punta del iceberg imperialista”
David Harvey
En Venezuela estamos en presencia de un salto cualitativo de los dispositivos de ataque a la Revolución Bolivariana, en el marco de un nuevo período marcado por la ausencia física del presidente Chávez y donde se hacen muy visibles los límites del capitalismo rentístico nacional. Este salto de carácter restaurador y reaccionario no sólo es expresión de una coyuntura doméstica, sino que está profundamente conectado y determinado por las ondas de la crisis sistémica capitalista, y es expresión de la reconfiguración de la guerra como mecanismo totalizante de ordenamiento mundial, en el contexto de la globalización neoliberal.
En el mismo sentido en el que el capitalismo mundial se trans-nacionaliza a partir de la crisis de los años 70, como nunca antes en su historia, e integra e interconecta todo el planeta en torno a la (sobre)explotación capitalista, también transnacionaliza la guerra, la convierte en el factor clave de ordenamiento de las sociedades globales, la despliega a todos los espacios, planos y subjetividades, tornándose un continuum temporal, un régimen biopolítico de control social, el cual se recrudece a partir de los atentados al WTC el 11 de septiembre de 2001. Hablar de la guerra en la globalización neoliberal es hablar de «guerra mundial», una con un carácter más mundial que todas sus antecesoras.
La concepción de la guerra como régimen biopolítico global, y como una “guerra permanente”, tal y como la concibiera la «Doctrina Bush», supone atender a la manera como esta se cuela en todos los espacios de la vida. Aquí vale la pena mencionar dos ideas de Michel Foucault y Luis Britto García: Foucault invierte el sentido de la famosa frase de Carl von Clausewitz de principios del siglo XIX al afirmar que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”[1]; Britto, reflexionando sobre la guerra económica en Venezuela expresaba: “La Guerra es la continuación de la Economía, por otros medios”[2]. Las formas contemporáneas de la beligerancia sistémica hacen que los diferentes ámbitos de la vida se tornen continuaciones de la guerra, y transforman a la guerra en prolongaciones de éstos.
Desde el año 2001, Venezuela parece haberse convertido en uno de los principales laboratorios de la guerra multifactorial en el mundo. La llegada de la Revolución Bolivariana, obstaculizó la avanzada de acumulación por desposesión que se venía dando desde los años 80 en Venezuela ―esta es básicamente acumulación capitalista de guerra―, constituyéndose el proceso de transformaciones en el país en una barrera no sólo al acceso a sus “recursos naturales”, sino un peligroso ejemplo ante un sistema-mundo que presiona cada vez más hacia las desregulaciones, la apertura y la integración de mercados (capitalistas).
La guerra económica, la guerra mediática nacional e internacional, la estrategia de conflictos localizados en Venezuela, por mencionar sus facetas principales, conforman un abanico estratégico y contrainsurgente de guerra permanente para facilitar, articular y expandir procesos de acumulación por desposesión en el país. La progresiva intensificación y agudización de estos dispositivos apuntan a peligrosos escenarios de shock social, que permitirían, a partir de situaciones de conmoción, abrir el paso a reestructuraciones de corte neoliberal, una de las formas de lo que Naomi Klein ha denominado «capitalismo del desastre»[3].
La presión neoliberal a la globalización del fascismo
El fascismo consigue campo fértil en las crisis. Al igual que en la época de la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, que facilitó el ascenso del nazismo alemán y del fascismo italiano, junto con muchas otras expresiones mundiales de este tipo, la crisis actual (2007 hasta nuestros días) ha servido de caldo de cultivo para la (re)aparición, surgimiento o auge de grupos de extrema derecha de corte fascista en numerosas partes del planeta.
Unos amenazan con tomar el poder del Estado, otros se posicionan en las redes del poder político constituido, y otros toman espacios de calle y fungen como fuerzas de choque e intimidación contrainsurgentes. Su despliegue mundial supone que el fascismo se adapta a las nuevas condiciones históricas del capitalismo globalizado, y a toda la diversidad cultural mundial, por lo que no hablamos de un concepto anacrónico, ni mucho menos rígido[4].
Algunas de las expresiones más claras y recientes de este auge fascista global las encontramos en el accionar político de grupos como Amanecer Dorado en Grecia; Svoboda en Ucrania (uno de los 5 principales partidos del país) que comanda el bloque opositor en el intenso y violento conflicto en este país; el posicionamiento del Tea Party en los Estados Unidos y el mapa político de Sara Palin con la iconografía de blancos de rifle sobre objetivos demócratas (recordemos el tiroteo de Arizona de 2011 que arrojó 6 muertos y donde la representante demócrata Gabrielle Giffords, partidaria de la reforma migratoria, recibiera un tiro en la cabeza); la capacidad de choque de los grupos fundamentalistas de extrema derecha en la llamada “primavera árabe” y su incidencia política en dichos procesos; la acción psicótica de Anders Behring Breivik al asesinar 77 personas en un campamento juvenil del Partido Laborista en Noruega; la participación activa de movimientos conservadores, skinheads y de extrema derecha en las protestas de Brasil de junio de 2013, quienes atacaron física y verbalmente a personas con camisas o banderas de partidos políticos; el repunte en los sondeos electorales en Francia de la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, para las elecciones al Parlamento Europeo que tendrán lugar en mayo de 2014; y, para mencionar a Venezuela, el surgimiento durante el período de la Revolución Bolivariana de grupos fascistas y neo-nazis como Orden, reivindicadores de la dictadura anticomunista de Marcos Pérez Jiménez[5].
El proyecto neoliberal ataca de manera frontal y sistemática a trabajadores y trabajadoras, pueblos, territorios y naturaleza, y se inscribe en una compleja disputa geopolítica, por lo que uno de los mecanismos para mantener estas formas de acumulación es la instalación de una completa y sofisticada estrategia policial mundial, en la cual la globalización del fascismo aparece como uno de sus nortes. El progresivo agravamiento de la crisis sistémica capitalista haría más precarios los consensos sociales de los llamados “sistemas democráticos”, potenciando las condiciones del auge del fascismo.
Los factores que han causado la crisis económica/financiera global por la que atravesamos desde 2007-2008 no solo se mantienen, sino que en otros sentidos se han agravado. A fines de enero, la directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, advertía sobre nuevos riesgos económicos como la deflación en las economías avanzadas[6]. Las consecuencias de los recortes de los estímulos económicos (QE) de la Reserva Federal de los EEUU ―han reducido de este programa unos 20.000 millones US$ desde diciembre pasado―[7], y de una crisis de los mercados emergentes, o la específica posibilidad de una profundización de la baja en el crecimiento chino, pudiera abrir las puertas a una nueva y más fuerte crisis financiera global, con rasgos de recesión, lo cual tiene un enorme significado para la Revolución Bolivariana, inmersa en una nueva oleada de ataques fascistas y en una nueva fase de la guerra permanente.
La extrema derecha ha tomado la vanguardia en la oposición. El chavismo contrahegemónico es la clave en esta partida de ajedrez, el elemento vivo del golpe de timón.
La larga crisis del capitalismo rentístico y el chavismo contrahegemónico
La intensificación de la disputa transnacional que se da en la actualidad en Venezuela, sea por el control de la captación de la renta petrolera, o bien por los intereses imperialistas de acceso a los “recursos naturales”, se está desarrollando sobre las estructuras carcomidas del capitalismo rentístico nacional, el cual se encuentra en una larga crisis originada desde hace unos 30-40 años. Estamos en presencia de un proceso de agotamiento de nuestro modelo histórico más contemporáneo.
Los notables desequilibrios económicos y sociales que vive el país están en profunda relación con la escalada fascista en Venezuela: los severos desajustes del capitalismo rentístico son también un reflejo de la guerra económica, en el sentido en el que la guerra permanente, la guerra multifactorial se centra en atacar nuestras vulnerabilidades para debilitar nuestras fortalezas. El agravamiento de los males del modelo rentista nacional ha hecho algunos flancos más vulnerables como el alimentario, el financiero, el de la economía real, el de ocupación territorial, los cuales difícilmente pueden atenderse con las armas melladas del capitalismo rentístico.
En cualquier escenario de la guerra permanente contra la Revolución Bolivariana ha sido el chavismo contrahegemónico el bloque de resistencia, la fuerza creadora de posibilidades, la potencia de cada victoria política en este intenso trajinar de 15 años; de ahí el ataque actual constante a la generalidad del término “colectivos”. La alianza popular, el mandar obedenciendo, es la única vía posible ante el hiper-despliegue bélico, no solo porque el bloque popular contrahegemónico es la fuerza constitutiva de las transformaciones anticapitalistas, sino porque además es consciente de ser el principal objetivo de la guerra permanente.
No son sencillos los dilemas políticos en el país, sobre todo ante esta difícil coyuntura de ataque a la Revolución Bolivariana. No obstante es fundamental atender lo siguiente:
- Diversos movimientos sociales y organizaciones populares han planteado alternativas y soluciones concretas ante prácticamente cualquier coyuntura, problema, o incluso sobre factores estructurales de nuestro modelo capitalista/rentista. Es literalmente vital articular estas alternativas al rumbo de la Revolución Bolivariana, haciendo de la misma una fuerza viva y popular, que recobre su impulso contrahegemónico.
- Una guerra biopolítica ataca en todos los ámbitos de la vida. En la medida en la que nos conectamos más a la globalización capitalista, nos conectamos más a los dispositivos de acción de esta guerra sistémica. Es un deber imperioso atender nuestras principales vulnerabilidades estructurales. La mirada hacia formas de desconexión selectiva, con mecanismos regionales similares a los que han sido planteados en ALBA-TCP, con un plan de gobierno que incentive la organización social y la producción desde abajo (las comunas), y en consonancia con el objetivo IV del Plan de la Patria 2013-2019, debe ser una prioridad, buscando todas las posibilidades para motorizar estas formas de resistencia nacional y popular.
- Allanar el camino para una articulación popular autónoma, amplia y orgánica, en la que organizaciones y movimientos sociales creen agendas y alternativas propias, y planteen formas de relacionamiento fructíferas entre pueblo y gobierno.
- Es esencial “desactivar el fascismo” (como lo ha expresado Roland Denis), y diluir juntos el odio, como lo manifiestan los integrantes del colectivo “El Cayapo”: “héroe no será en esta guerra quien más disparos realice, sino quien más desactive situaciones de guerra”.
Emiliano Teran Mantovani es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y hace parte del equipo promotor del Foro Social Mundial Temático Venezuela
Fuentes consultadas
- BRITTO García, Luis. ¿Guerra económica no mata gobierno? Aporrea. Domingo, 22/09/2013. Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a173940.html. [Consultado: 23/09/2013].
- CNN Expansión. Lagarde advierte riesgo de deflación. Sábado, 25 de enero de 2014. Disponible en: http://www.cnnexpansion.com/economia/2014/01/25/lagarde-advierte-riesgo-de-deflacion. [Consultado: 27/01/2014].
- DEUTSCHE Welle. La Reserva Federal vuelve a recortar estímulos a economía de EE.UU. 29.01.2014. Disponible en: http://www.dw.de/la-reserva-federal-vuelve-a-recortar-est%C3%ADmulos-a-econom%C3%ADa-de-eeuu/a-17395038. [Consultado: 12/02/2014].
- FOUCAULT, Michel. Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica. Segunda reimpresión. Buenos Aires, 2001. En: http://primeraparadoja.files.wordpress.com/2011/03/1976-defender-la-sociedad.pdf. [Consultado: 11/05/2008].
- HARVEY, David. El nuevo imperialismo. Ediciones Akal S.A. Madrid, 2007.- KLEIN, Naomi. La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Paidós, 1ra. Ed. Argentina. 2008.
[1] FOUCAULT, Michel. Defender la sociedad. p. 29. La conocida idea Clausewitz rezaba: «la guerra es la continuación de la política por otros medios».
[2] BRITTO García, Luis. ¿Guerra económica no mata gobierno?
[4] A pesar de la enorme diversidad cultural y antropológica mundial, y de que algunos de estos grupos de extrema derecha se pelean por definir rígidamente sus características, rechazando otras, el fascismo global puede definirse en la unión de todos o algunos de estos rasgos: ultranacionalistas; chovinistas, xenófobos y racistas; anticomunistas; fundamentalistas y ultraconservadores; y con dispositivos de choque militarizados u organizados de extrema violencia.
[5] Queda para otro análisis, las caracterizaciones de grupos paramilitares y compañías militares privadas de contrainsurgencia.
[6] Cfr. CNN Expansión. Lagarde advierte riesgo de deflación.
[7] Cfr. DEUTSCHE Welle. La Reserva Federal vuelve a recortar estímulos a economía de EE.UU.
https://www.alainet.org/es/active/71527
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