Un gran temor y una torpe despedida
03/12/2012
- Opinión
Mal empieza a quien ahorcan en lunes, dice el certero refrán. Y el cerco que pusieron alrededor de la Cámara de Diputados es una pésima señal de un sistema que se ostenta como democrático.
Que hayan destacado a más de mil elementos de la Policía Federal. Cerrado cuatro estaciones muy concurridas del Metro. Evitando que circule una buena cantidad de unidades del metrobus. Pedir identificación a los ciudadanos que viven cerca de La Merced y San Lázaro. Y que impidan circular vehículos en una extensa zona. Todo ello con más de ocho días de anticipación del cambio presidencial, es una muestra del temor existente en la clase política que hará el relevo sexenal.
Máxime si los integrantes de Morena, la agrupación que encabeza López Obrador, habían señalado que se manifestarán en El Ángel de la Independencia; es decir, a varios kilómetros del ostentoso acto. Y si algunos legisladores de la llamada izquierda todavía no saben, exactamente, cómo protestar por lo que señalan una imposición.
Por si algo faltara, el conflicto en la UACM fue resuelto exitosamente por Manuel Granados, quien encabeza la Asamblea de Representantes, no obstante los berrinches de Esther Orozco. Y, además, no hay un asunto latente que preocupe hondamente a los encargados de la supuesta inteligencia gubernamental.
¿Entonces a qué tantas precauciones y miedos estando el suelo más o menos parejo?
Seguramente a lo que espera Felipe Calderón. Y ello es un rechazo descomunal de muchos sectores, quienes han demostrado en los últimos días que están en amplio desacuerdo con lo realizado en su administración. No sólo las víctimas de una guerra injusta que el señor llevó a cabo sin ton ni son. También sectores como los obreros que ven una ficción en el salario mínimo acordado. Y hasta los empresarios que se indignaron al juntar zonas que antes tenían diferencias en las percepciones de los que viven con lo elemental.
No obstante ello, incluido el descontento en el Ejército y la prepotencia de García Luna –quien maneja a los mil elementos que han mostrado desprecio en el trato con los ciudadanos del DF– no habría mayor preocupación de no existir cierta paranoia en Felipe. Esto último lo aseguramos debido a que al final de su mandato envió, inopinadamente, dos iniciativas: cambiarle el nombre al país por el de México y que haya segunda vuelta en las elecciones. O sea, el individuo no cesa mostrar que él está al mando del país aunque en el fondo lo único que haga es provocar incluso a quienes le fueron sumisos y se dijeron sus aliados, los ricos.
Frente a esa provocación, Jesús Murillo Karam dijo que las medidas de seguridad resultaban excesivas y, obviamente, muy anticipadas. Luego Miguel Osorio Chong, a quien los columnistas apuntan como futuro secretario de Gobernación, aseguró que retirarán el cerco.
Por su parte, Marcelo Ebrard condenó la acción y la llamó muy alocada, y los perredistas, incluso algunos que desean rechazar a Enrique, estuvieron de acuerdo en que esto parecía una acción de consecuencias insólitas.
Claro, únicamente Luis Alberto Villareal, el novicio coordinador de los diputados panistas, señaló algo esquizofrénico: “Ante las amenazas de los partidos de izquierda, no se puede titubear, pues se debe garantizar que el cambio de poderes se dé en paz” (Reforma, 27 de noviembre).
Seguramente este señor recuerda hace seis años, cuando su “presidente”, tuvo que entrar tras banderas para hacer un rito instantáneo. Algo que llevará a cabo también Peña Nieto, con la salvedad que deberá hacerlo por el frente, recibir la banda y retirarse de volada, como bien dicen los chavos.
Antes que dieran marcha atrás con este virtual estado de sitio –nunca comparable con las manifestaciones más violentas, ya que el primero se hace desde el poder estatal–, los efectos contrarios no se hicieron esperar.
Al activista Jesús Robles Maloof lo reprimieron no obstante que trató de investigar por qué se impedía la circulación de vehículos y personas. Afortunadamente, pudo subir a la red su experiencia y por la misma nos dimos cuenta de lo tradicional: imposible dialogar con los policías de García Luna, protegido de Felipe. Algo de lo que ya teníamos antecedentes desde 1968. La intolerancia de los mal llamados guardianes del orden es inenarrable, lo que muestra los pocos o nulos avances en el país.
En Tuiter, por cierto, hubo un mensaje que decía: #EnriquePeñaTieneMiedo. El cual resultó uno de los más vistos en el orbe. Lo que subió la alerta en los priístas que dicen ser diferentes a sus ancestros.
Y el posible acuerdo político entre PRI, PRD y PAN, que se estaba cocinando, está en una zona nebulosa, a pesar de supuestos avances.
Todo esto y más debido a una medida antidemocrática, absurda y provocadora de Felipe Calderón en la cual embarcó a Enrique Peña Nieto, haya tenido o no conocimiento de la misma el señor del copete.
Torpezas en muchos sentidos: entre el temor a un acto que no es para tanto y la necedad por seguir aparentemente gobernar hasta el final.
Jorge Meléndez Preciado
Fuente: Forum en línea
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