En calles de Medellín se disputan el golfo de Morrosquillo

30/07/2008
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Medellín

En las calles de Medellín, desde hace un año, se disputa a sangre y fuego la ruta del narcotráfico más importante para Antioquia: el golfo de Morrosquillo, indispensable para sacar sin mayores problemas los alijos de cocaína procesados en diversas zonas del departamento, en particular del Norte y el Bajo Cauca. La guerra es a muerte.

“Medellín sin el golfo de Morrosquillo está muerto”, afirma un ex integrante de la llamada Oficina de Envigado, quien conoce los movimientos de los grupos de narcotraficantes que se disputan esa importante zona marítima, ubicada en el departamento de Sucre y por donde se exportan, según él, cerca de diez toneladas de cocaína mensuales.

Las rutas regionales necesarias para exportar lo que allí se produce y procesa hacia los mercados internacionales se ha convertido en un objeto de disputa económica y territorial que, hoy por hoy, tiene enfrentados a dos bandos curtidos en confrontaciones armadas urbanas y rurales: la Oficina de Envigado, hoy bajo el liderazgo de segundos de la estructura, y el bloque Héroes de Castaño, que lidera Daniel Rendón Herrera, alias don Mario.

Hay una realidad que se ha evidenciado en los últimos meses a través de las protestas campesinas en Antioquia: los cultivos de hoja de coca, su procesamiento y refinación no se han detenido en los municipios de Valdivia, Briceño, Tarazá, Cáceres y Caucasia, donde se concentran las mayores extensiones de cultivos de uso ilícito. “La droga no ha dejado de salir”, reconoce este lugarteniente.

“Y la guerra va a seguir”, advierte el hombre, quien desde el año pasado integra el Héroes de Castaño. Para enfrentarla, se vienen preparando desde hace varios meses y eso se siente en la calles de la capital antioqueña. En sus barrios corre el rumor de que hay plata, motos y armas, tres seductores elementos que convencen a muchos jóvenes ambiciosos que permanecen en las calles sin más expectativas que sobrevivir cada día.

Hay plata


“Por ahí pasa un carro todo raro con un tipo ofreciendo billete”, cuenta un joven de la comuna noroccidental de la ciudad. Y esa misma versión se ha venido repitiendo desde finales del año pasado en diversas comunas de la ciudad.

Entre los seducidos están los desmovilizados de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), varios de ellos con experiencia bélica y entrenados en las escuelas de formación paramilitar que existieron a finales de los años 90 en el país.

“En algunos barrios de Medellín regamos el rumor. A nadie se le está obligando”, dice la fuente. “Muchos muchachos del Cacique Nutibara y del Héroes de Granada se han venido a trabajar con nosotros, le podría hablar de centenares. A cada uno de ellos se le está pagando dos millones de pesos”.

Buena parte de ese ejército se está concentrando en la región del Urabá antioqueño y se dedicará a “traquetiar”, es decir, en el negocio del narcotráfico: proteger grandes extensiones de tierras, caminos, rutas. Según él, lo político, la lucha contrainsurgente, pasará a un segundo plano: “Las cosas están tan bravas que (con la guerrilla) estamos 50-50. Trabajen ustedes, trabajemos nosotros, y no nos hagamos daño”, confiesa.

El reclutamiento ha sido ratificado por Jovanny Marín, desmovilizado del bloque Cacique Nutibara de las Auc y hoy vocero de la Corporación Democracia, que agrupa a por lo menos 4.200 jóvenes en proceso de reinserción: “les están ofreciendo 10 millones, motos y armas a los coordinadores nuestros de los barrios para que ejerzan de nuevo control militar. Los que no se suman son asesinados”.

Según cifras de esta Corporación, de los 27 desmovilizados asesinados este año en la ciudad, 15 eran catalogados como coordinadores de barrio, con gran influencia comunitaria y una figura de poder local. De ahí proviene la importancia de su reclutamiento, pues no sólo tiene conocimiento de sus zonas, sino que controlan tanto economías legales como ilegales, experiencia requerida para quien se quiera asentar en la ciudad.

El alcalde de Medellín, Alonso Salazar, es consciente de ello: “¿Quién los asesina? Los reinsertados. Entonces no pueden decir que hay un plan de exterminio, el problema está entre ellos y quienes quieren mantener actividades ilícitas", declaró en rueda de prensa.

Pero no es un problema nuevo. El proceso de desmovilización de las Auc en la ciudad ha tenido fracturas desde sus comienzos, en noviembre de 2003, cuando se desmovilizó el bloque Cacique Nutibara: no fue un proceso concertado con el gobierno municipal, los controles no fueron suficientes y se mantuvo abierta la puerta giratoria entre la legalidad y la ilegalidad, sin que se corrigiera de manera drástica esa situación por parte de la administración de Sergio Fajardo, quien antecedió a Alonso Salazar en el cargo. Antonio López, el líder paramilitar asesinado hace varios días, fue un claro ejemplo de ello.

Se reorganizan

La lucha por arrebatarle el monopolio de la ruta del golfo de Morrosquillo comenzó con el traslado de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don Berna, de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, Antioquia, a la de Cómbita, Boyacá, en septiembre del año pasado. Sus lugartenientes comenzaron a barajar las cartas para ver quién heredaría su poder, mantendría el monopolio de la fuerza en la capital antioqueña y en municipios vecinos, y enfrentaría esa nueva amenaza armada.

El poder recayó en Carlos Mario Aguilar Echeverri, alias Rogelio, ex integrante del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía. Su poca capacidad política y las rencillas internas que provocó a finales del año 2006 tras asesinar a Daniel Mejía Ángel, alias Danielito, le impidieron tener el control de la ciudad, aunque a su servicio la banda de La Unión Calatrava, grupo armado al cual le reconocen un fuerte poder militar: “en cualquier momento pueden voltear a Medellín”, dice.

Para los intereses de alias don Mario era importante eliminar a alias Rogelio. Para ese fin contactó en Venezuela a un grupo de sicarios de Medellín. A finales del año pasado ingresaron al país y llegaron a la ciudad.

“No quiero sonar prepotente, pero Rogelio no pudo con la presión de nosotros, primero se fue a Argentina y ahora está en Miami negociando con la DEA. No pudimos hacer nada porque la gente de Medellín lo protegió”. Y según él, pudo salir fácilmente del país porque tuvo la ayuda de oficiales de la Policía Nacional.

Con Rogelio fuera del país, los segundos de la Oficina de Envigado se reorganizaron de nuevo para enfrentar el embate de los hombres de alias don Mario y le asignaron la tarea militar a Daniel Alejandro Serna, hombre de confianza de alias don Berna, conocido en el bajo mundo como El Cabo o Kener, cuyo liderazgo comunitario es ampliamente conocido en las laderas orientales de la ciudad, en particular en el barrio Miraflores.

“Es vieja guardia de don Berna, es un guerrero”, cuenta la fuente. De acuerdo con su versión, El Cabo integró el grupo conocido como los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), y contribuyó a debilitar la estructura del cartel de Medellín. Pero con lo que no contaban en la Oficina de Envigado es que las autoridades, al parecer en alianza con la estructura de alias don Mario, le seguían la pista a El Cabo y lo capturaron el sábado 19 de julio en el municipio de Copacabana, norte del Valle de Aburrá.

La gente de la Oficina de Envigado se vio obligada a revisar su estructura y encontró en la escala jerárquica a alias Douglas, conocido también como el Mono. Proviene del sector de Miraflores, donde al parecer goza de reconocimiento y reputación por cuanto ha hecho trabajos sociales, siempre alrededor del fútbol. “Él ahora está manejando todas las comunas de Medellín”, dice el ex integrante de la Oficina de Envigado.

Y tiene la responsabilidad de mantener la Oficina y hacerle frente a quienes los buscan aniquilar. El problema es con quién. Desde hace unos meses son pocas las bandas armadas que están sometidas a estructuras fuertes como la Oficina de Envigado, en particular porque no le reconocen autoridad a los que están allí ahora. En las calles se admite que cada quien anda por su lado.

“Estamos volviendo a la vieja época; lo único que ha faltado es que pongan un carrobomba”, advierte la fuente. Y es justo en ese río revuelto donde el bloque Héroes de Castaño quiere aprovechar para hacerse al monopolio del uso de la fuerza en Medellín, tener el control de las rutas del narcotráfico y erigirse como los nuevos capos.

Sus lugartenientes consideran que alias don Mario “es la única persona con el poder y las agallas suficientes para hacerle daño, como se lo hemos hecho, a la Oficina de Envigado”. Y no importa que desde hace unas semanas esté radicado en Panamá, negociando con agentes de la DEA para entregarse a la justicia de Estados Unidos y responder por cargos de narcotráfico. “Su reemplazo está listo y la estructura sigue igual”, precisa el consultado.

Mientras esas estructuras continúen defendiendo sus territorios, sus rutas y, en general, sus negocios, Medellín sentirá en sus calles esa guerra y recordará que su historia se repite de manera cíclica, sin que haya un remedio definitivo para detenerla.

Agencia de Prensa IPC

Medellín, Colombia

www.ipc.org.co


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